Personas con discapacidad
No estamos preparados, como sociedad, para tratar a personas que sufren de algún tipo de discapacidad. Ello se advierte en nuestras relaciones cotidianas, frente a casos concretos. Como tampoco están preparadas las mismas ciudades, como espacios de interacción social, para atender las necesidades de estas personas que requieren, por obvias razones, de un trato especial y diferenciado. Si a ello se suma la insensibilidad con la que se mira a quienes padecen de esta limitación, tendremos el cuadro completo de una realidad que exige, a viva voz, mayor atención de las autoridades, de los ciudadanos de a pie, de las instituciones, de nosotros en general.
Hace apenas unos días vimos cómo un ejecutivo de un conocido restaurante de la Costa Verde maltrató a dos personas con discapacidad que habían acudido a dicho lugar. Según la denuncia que la prensa informó, estas personas fueron discriminadas, debido a que fueron prohibidas de ingresar a dicho restaurante. “Pretendimos almorzar en familia con mi anciana madre de 84 años, que está en silla de ruedas, y mi hija con discapacidad visual. Llegamos al parqueo y encontramos una camioneta estacionada en la zona rígida y sobre la rampa de acceso para sillas de ruedas, impidiendo que mi madre suba”, expresó el denunciante.
Esta hecho pone en agenda, una vez más, una cruda y lacerante realidad: las personas con discapacidad son víctimas del desprecio ciudadano. No estamos preparados para entender que se trata de un problema humano y social que debe ser enfrentado no sólo con políticas públicas convenientes, sino con una actitud más tolerante y comprensiva de nosotros mismos para con estas personas que sufren de algún tipo de discapacidad. No estamos preparados como para ponernos en los zapatos de estas personas. Las ciudades no han sido diseñadas pensando en esta realidad. Carecen, en su mayoría, de rampas adecuadas en las calles, en los edificios, en los parques y lugares públicos por donde puedan transitar, estas personas, con facilidad y sin sufrimiento. El mismo transporte urbano no ha sido diseñado pensando en esta población.
Y es una población significativa. Hace ochos años, el Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI realizó la Encuesta Nacional Especializada sobre Discapacidad (ENEDIS), con un tamaño de muestra efectiva. Esa encuesta arrojó cifras reveladoras que nos han permitido ver de qué estamos hablando. Ese esfuerzo partió por definir qué entendemos por persona con discapacidad. Y éste es el concepto: “es aquella que tiene una o más deficiencias físicas, sensoriales, mentales o intelectuales de carácter permanente que, al interactuar con diversas barreras actitudinales y del entorno, no ejerza o pueda verse impedida en el ejercicio de sus derechos y su inclusión plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones que las demás”.
Entonces, se estimaba que en el país había un millón 575 mil 402 personas padecen de alguna discapacidad y lo cual representaba el 5,2% de la población nacional. De este total, el 52.1% eran mujeres y el 47.9% hombres, observándose en las mujeres mayor discapacidad que sus pares, los varones. La realidad casi no ha variado. Según datos recientes, la cifra subió un poco. La misma encuesta dio a conocer que en el área urbana y en la región costa es la que más se concentra la población de personas con algún tipo de discapacidad. Y son las mujeres quienes presentan los mayores porcentajes de personas con esta limitación, mientras que en la región de la selva son más los hombres con discapacidad. Es nuestra realidad, a la cual nos debemos someter evitando toda clase de discriminación.
Juez Supremo