Personajes de investigación

Ellos quieren publicar un artículo de investigación. Quieren, aunque el verbo no necesariamente aterrice sobre terreno firme. El camino, por lo general, es sinuoso y poco alentador, pero las necesidades académicas terminan explorando los rincones más insospechados que pudiéramos imaginar. Entonces, en medio del vacío, solo queda abrigar las esperanzas de encajar con quienes quizá desconocemos.

El primer personaje es el que más se ha preocupado por el trabajo. Ha organizado desde un principio todo lo necesario para iniciar la investigación. Su planificación ha resultado ser impecable, aunque con las dificultades propias de quien se inicia en un mundo tan complicado. Respira, se concentra y a veces dormita entre reuniones que resultan interminables. Intenta conciliar la responsabilidad con los ajetreos propios de la edad adulta. A veces hubiera sido bueno no crecer, pero esas son las consecuencias de buscar la opulencia simbólica.

El segundo personaje dice ser eficiente y eficaz, aunque no distingue con claridad la diferencia entre ambos términos. Ha intentado seguir el ritmo del personaje anterior, pero ha fracasado en el intento o, al menos, ha perdido las esperanzas de continuar. Entonces configura un discurso convincente que sirva de soporte en medio del vacío. Se refugia en el pasado -en su pasado prometedor- y afirma que puede solucionarlo pronto, de manera eficiente y eficaz. Y para ello busca un punto medio entre lo exigido y lo permitido, entre lo urgente y lo necesario, o incluso, un equilibrio saludable entre los demás y ellos mismos.

El tercer personaje es un colaborador ausente. Estuvo antes, pero luego desapareció. Ha agotado sus últimos esfuerzos en comunicaciones que nunca se concretaron y, como suele suceder en estos casos, el refugio ha calado en lo que los demás puedan conseguir. Eso no es tan grave, por el contrario, es una puerta abierta para la consecución del éxito con un esfuerzo menor. Existe un cuarto personaje que asume el papel de espectador, pero no cualquiera, sino uno que juzga, que analiza y que incluso sería capaz de diferenciar términos complejos. Aparece solo de cuando en cuando, y quizás por ello este mundo tan enredado le suele resultar indiferente.

Al final, como todo en la vida, la investigación también resulta ser un espacio para discusión y la empatía. Sin embargo, la necesidad de publicación puede llevar, a veces, al descubrimiento de otros caminos poco prudentes. A pesar de ello, ir al encuentro de lo desconocido siempre resultará atractivo, ya que, como dijo Einstein, si supiéramos lo que estamos haciendo, no se llamaría investigación.

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