Oteando el fin del desgobierno
Primero, en qué punto estamos. La valiente fiscal de la Nación acaba de presentar una sólida denuncia constitucional contra el ocupante de Palacio y dos de su vasta organización criminal y ha solicitado al Congreso interpretar restrictivamente los alcances de la inmunidad penal del primero a la luz de la obligación del Perú como Estado parte de la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción. El complejo debate que esperamos en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, la Comisión Permanente y el Pleno del Parlamento tomará, en el mejor de los casos, algunos meses. Mientras, en paralelo, existe ahora sí –a la tercera sería la vencida- una contundente moción contra quien funge de presidente por permanente incapacidad moral que ha empezado el recorrido de firmas de adherentes y que es la vía más corta para acabar con el nefasto régimen castillejo pero que, hasta hoy, todavía resulta difícil que alcance los 87 votos necesarios para su aprobación. Además, va rodando la posibilidad de otra moción para la suspensión en el cargo del impresentable Castillo por su indudable incapacidad gubernamental ya que si no puede ser permanente por falta de votos al menos podría serlo temporal con menos votos al amparo del artículo 114 de la Constitución. En cuanto a la sucesión presidencial confiamos que, simultáneamente, la ocupante de la vicepresidencia no se libre de la grave denuncia que la persigue y termine destituida e inhabilitada pasando el encargo al titular del Poder Legislativo y de allí a las elecciones generales que se requieren a gritos.
Hasta aquí el prospecto ideal si se expectoran de sus curules a los niños, niñatos y cómplices que sostienen este inepto y corrupto remedo de gobierno. Empero, para que esta meta aún utópica sea posible también se requiere la concertación y unión de la llamada oposición demócrata dentro y fuera del Congreso que deponiendo intereses subalternos y enmendando errores políticos sea capaz de transmitirle a la ciudadanía la confianza suficiente para restablecer el orden constitucional y democrático de la Nación. Todos tenemos que hacer nuestra parte para alcanzar este fin y que el Perú vuelva a ser, más pronto que tarde, una República y no un Estado degenerado en organización criminal. ¡AMÉN!
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