Optimistas y cándidos
Uno de los problemas mayores de las empresas es tomar decisiones en incertidumbre. Lo permanente en la historia es la imprevisibilidad. En diciembre de 2019 las empresas en el mundo avizoraban en su esquema de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA de fin de año) que nada las iba a variar…hasta que apareció el “cisne negro”, una pandemia. También creímos desde hace varios años que celebraríamos el bicentenario a lo grande como Leguía en el centenario… pero apareció Castillo.
El 85% de las empresas españolas a fines de 2019 esperaba incrementar sus ventas en 2020, no parecía ser un escenario incierto y sí confiable (encuesta de HSBC- 2019); pero, súbito apareció el cisne negro. La peste negra de 1347 o la gripe letal de 1918, fue algo similar e inexplicable, pero superable colectivamente como todos los eventos de la historia cuando se es flexible.
Quizás la pastelería San Antonio durante la pandemia nos dio una lección de lo que es ser flexible. Mudó el modelo hasta que llegara la normalidad. Adaptarse es que, en un escenario oscuro, el enfoque es razonablemente optimista y la adaptación impide quedarse anclado en el problema. La empresa española Scalpers, desde 2007 era una suerte de sastrería delivery y con la crisis global de 2008 ya carcomiéndola, viró su modelo de negocio. Hoy tiene varias tiendas y franquicias y factura decenas de millones de euros anuales. Un estudio de Accenture en España nos muestra que aún durante el año del COVID, los empresarios tenían fe en que se recuperarían…y también así fue.
En el modelo clásico rige el poder de la reputación empresarial (como en algunos portales de mercadeo electrónico, mejor reputación genera más exhibición), pero lo que debe acompañar es el optimismo. Todo es cambio, lo que no tiene que cambiar es el optimismo, porque el optimismo es combustible y surte de imaginación adaptativa. Lo otro es despedir y cerrar. Como los hombres en la novela de Hemingway, las empresas pueden ser destruidas, pero nunca derrotadas.
Contribuye al éxito en la tempestad, el liderazgo anímico de los empresarios. Mejor el Cándido que Voltaire caricaturizó, que Marlowe de Chandler. Un líder optimista es más efectivo que un agorero dispuesto a quebrar. Lo dijo William James: “El pesimismo lleva a la debilidad, el optimismo al poder”. Hay algo de genio y magia en todos, decía Goethe; es cuestión de creérselo si su única opción es un milagro.
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