Observar con Holmes
Después de leer “Cómo pensar como Sherlock Holmes” de María Konnikova, nadie puede ser Holmes sin concentrarse plenamente en la realidad inmediata. Sabemos que el héroe deductivo tenía manía por todos los detalles y en el detalle está el diablo y la respuesta. A Watson le interesaba la lógica intuitiva; ella ayuda, pero construye premisas inseguras. El personaje de Sir Arthur Conan Doyle no solo nos entretiene con el ejercicio especulativo de lector, nos enseña a ser selectivos con las pistas, a desechar lo imposible y llegar por descarte a las únicas opciones razonables, a ser objetivos con lo hallado, a incluir todo el entorno (hasta los insectos hablan) y nunca descentrarnos con combinaciones impertinentes.
En síntesis, Holmes nos muestra en él mismo la importancia de los datos, las conexiones y la observación. Sin ir tanto a la literatura, hay temas de diversa índole que nos obligan a establecer conexiones necesarias porque para el buen razonador las casualidades no existen. Como en la Medicina (el autor se inspiró en su maestro, el médico forense Joseph Bell), un hecho debe estudiarse a la luz de los que le preceden o rodean cerca.
Un largo estado febril que no tiene respuesta de los médicos causa preocupación hasta que la razón propia entra a tallar. Fiebre, pero veo un punto rojo en mi muslo (detalle inadvertido para los médicos) y cerca la ingle con un ligerísimo dolor. Palpo y un minúsculo grano, ganglio, es decir, infección. Zona cercana al problema. Conecto. Una asociación razonable llevó a que el problema que los médicos no dilucidaron sea una celulitis infecciosa auto diagnosticada en la adolescencia. Curada pronto. Observar y asociar fenómenos, desde Holmes, es bueno para vivir. Aún para la introspección sirve. Un problema de ansiedad a la luz de una experiencia olvidada puede generar pánico situacional aún sin peligro.
Buscadas las causas, como en toda ansiedad, hay un tema de falta de control o de dominio, que se deducen luego de una inseguridad concreta. Hallazgo y alivio sin pastillas. Ocurre por razones biológicas, pero también por eventos remotos olvidados o un mal manejo de la incertidumbre. La observación requiere atención, hasta de aquello que no parece importante. Sumemos conocimientos, habilidad de conectar y datos. Con la deducción nos leemos entre nosotros, fabricamos perfiles, comprendemos acciones. En un mundo incierto solo nos queda el arma de la plena observación y el poderoso rigor de la razón.