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Nuestro país en manos de los peores cleptócratas. Se tienen que ir, cada día cuenta

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Fecha Publicación: 01/03/2022 - 22:50
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Entraron con demasiada hambre, desesperados por pagar las deudas y favores de campaña y hacer riquísimas fortunas como tantos otros sátrapas latinoamericanos. Pensamos que con Vizcarra habíamos tocado fondo pero la realidad nos demuestra que siempre se puede estar peor. Castillo lo ha superado con creces, se ha convertido en la versión moderna de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. De día el modesto maestro que dice defender los intereses del pueblo y en la oscuridad de la noche, haciendo desborde de malicia, se codea con delincuentes comunes como Zamir Villaverde, el cerebro detrás de su red criminal, organizada con el generoso presupuesto del MTC. El gobierno embarrado, Castillo temblando y amenazando a la prensa y a la oposición, y sosteniendo que se trata de un complot. Gran cínico, jura y perjura que es incorruptible y arguye que si en algún momento se le encuentra alguna prueba, merecería cadena perpetua.

Hay que ponerle fin a este gobierno podrido. La excusa de siempre es que no hay los votos para la vacancia. Efectivamente, hoy no los hay. Imposible conseguir los de PL porque todos deben haber recibido algo, directa o indirectamente, y caerían con el propio Castillo; JPP está cómodo con su pequeñísima cuota de poder y el Somos Perú de Vizcarra siempre se vende al mejor postor. Además, si en AP hay cinco congresistas, “los niños” que forman parte de la mafia, ¿cuántos más estarán comprometidos en esta podredumbre promovida por el Ejecutivo?

La única manera de salvar al país es que se modifique el artículo 89 del Reglamento del Congreso y que se reduzca el número de votos a 66, la mitad más uno de sus miembros. Es importante hacer memoria: como la Constitución de 1993 nunca estableció la votación requerida para declarar la vacancia presidencial, esa deficiencia se suplió vía Reglamento del Congreso, recogiendo una exhortación del TC prevista en la sentencia recaída en el expediente No. 0006-2003-AI/TC en diciembre de 2003. Concretamente, recomendó que la vacancia se diera con un número de votos equivalente a los dos tercios, con un mínimo de ochenta.

Prestigiados constitucionalistas como Domingo García Belaunde sostuvieron en su oportunidad que la exhortación del TC no era vinculante, toda vez que no podía ser juez de la Constitución ni tampoco un órgano constituyente, indicando que los únicos jueces de la Constitución eran el pueblo y sus legítimos representantes (el Congreso de la República) debidamente investidos para ello. Esa opinión fue destacada por Ántero Flores-Aráoz, miembro de la Comisión de Constitución y Reglamento, en su Dictamen en Minoría, esgrimiendo que el TC no podía ni debía exhortar con carácter vinculante, más allá de la recomendación, a otros poderes del Estado y menos al Parlamento Nacional que tiene por función principalísima dictar las leyes y sancionar su propio Reglamento.

¿A qué le temen? A Vizcarra se le vacó con 105 votos, una mayoría calificadísima, nadie en su sano juicio podría haber discutido la legitimidad de la decisión, sin embargo, las calles se inundaron de manifestantes, apoyados por caviares y medios oficialistas que, haciendo política callejera, violenta y a la mala, lograron que el breve gobierno de Merino cayera.

Las consecuencias podrían ser impredecibles, pero tienen que jugársela. No podemos permanecer impasibles ni resignarnos. Se dice frecuentemente que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Discrepo, los peruanos nos merecemos algo muchísimo mejor.

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