¿Nos une la indignación?
Imposible saber qué piensan los peruanos. Las múltiples encuestas que difunde la prensa nacional son contradictorias y, en su mayoría, poco creíbles. Su exclusivo propósito es confundir y polarizar. Lo único que tengo clarísimo es mi propia irritación hacia quienes conducen el país. La receta de Vizcarra para tener un gabinete tan obediente, un claqué, es que la mayoría ocupe carteras que no son de su especialidad. Así se asegura que no se opongan, aun con buenas razones, a decisiones más políticas que técnicas.
Es casi ofensivo escuchar al ministro Chávez sostener que la vacancia contra Martín Vizcarra afectará el proceso de reactivación económica. ¿De qué mejora estamos hablando? La recaudación fiscal sigue cayendo: los pagos a cuenta del IR en septiembre se han reducido en 26%; se sigue promoviendo el carácter asistencial del Estado -además de los 9 tipos de bonos que ya se han distribuido- ofrece subsidiar entre el 35% y el 55% de la planilla, a sueldos hasta por S/ 2,400, con la intención de crear 350,000 empleos y compensar los seis millones perdidos. Por su lado el Congreso acaba de firmar una ley que promueve otorgar mayores recursos a las regiones y sigue dinamitando a las AFP, permitiendo el retiro de hasta S/17,200. La economía languidece, pero el gobierno escoge el camino más directo para cronificar el abandono. Se necesitan obras e inversión, no ingresos mínimos y subvenciones.
No deberíamos dejar que este gobierno, en el tiempo que le queda, convierta en tarea imposible la elucidación de las responsabilidades políticas en el manejo de la pandemia. Admiro la valentía del fiscal anticorrupción Reynaldo Abia a quien no le tiembla la voz para señalar que la lucha anticorrupción que dice liderar Martín Vizcarra es una farsa, un engaño. Abia investiga el presunto delito de colusión de funcionarios en la millonaria compra de las nefastas pruebas rápidas, que cobraron la vida de muchísimos peruanos por los falsos negativos/positivos.
Este es el país que recibirá el próximo gobierno. Ya no pienso que los candidatos sean orates o suicidas, porque gobernar con éxito nuestro país es casi una misión imposible (como expresó un ministro del gobierno humalista, en el Perú todo son mafias), solo tiene que llegar y sobrevivir, satisfacer su ego y disfrutar del poder. Exactamente la misma escuela de Vizcarra. La “vocación de servicio” es un chiste de mal gusto.
Esperemos que los 25 postulantes (muchos de los cuales han cambiado de barco pensando que bajo otro nombre y logo les irá mejor), no sean favorecidos por la abulia ciudadana. Confío que el electorado no se deje mecer por la prédica vacía de los populismos y sus falsas recetas pragmáticas. Es indispensable evaluar la trayectoria de los candidatos y no dejarse llevar por discursos floridos, prometiendo lo que nunca cumplirán. Desafortunadamente muy pocos se darán ese trabajo, la mayoría será seducida por la desinformación y por la prensa irresponsable que fabrica candidatos como George Forsyth, arquero mediocre y pésimo alcalde.