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¿Nos dirigimos hacia la Tercera Guerra Mundial?

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Fecha Publicación: 08/09/2025 - 22:20
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Mientras los peruanos permanecemos sumergidos en la diaria confrontación entre instituciones y las tácticas de demolición de personajes públicos, el mundo está sufriendo graves cambios tanto en la correlación de bloques políticos como en la capacidad de las potencias, de primer y de segundo nivel, para imponer sus intereses. La situación actual es comparable con los procesos simultáneos ocurridos hace un siglo, precursores de la Segunda Guerra Mundial: el surgimiento del autoritarismo populista como respuesta a la violenta difusión del comunismo; los preparativos de los imperialismos para asegurar el dominio de extensos territorios; el auge del antisemitismo y la activación de antiguos focos de beligerancia entre naciones vecinas. A ese listado, habría que agregar hoy la generalizada desconfianza de los ciudadanos de los países democráticos hacia las élites predominantes, y la descontrolada y masiva migración de musulmanes radicalizados. No es exagerado pensar que, posiblemente, nos estemos acercando a un peligroso preludio de guerra mundial.
Mientras Reino Unido y Francia se encuentran en franca decadencia económica y social, Turquía maniobra no solo para convertirse en una potencia europea, sino que también aspira a ser el líder del oeste asiático, reemplazando a Irán. Para ello, necesita imponer su dominio en Siria aliándose a Qatar, notorio financista de movimientos terroristas de la región, a fin de construir un gasoducto entre el mayor yacimiento del mundo, North Dome, y la sedienta Europa que compra el caro gas norteamericano para no depender del ruso. Es público que Hamás tiene domicilio fiscal en Doha, por eso la élite catarí ofrece billonarias inversiones a Estados Unidos, regala costosos aviones a Trump u organiza mundiales de fútbol, tratando de garantizar la impunidad de su siniestro juego de poder. Ambos, Turquía y Qatar, financian la intensa campaña mediática contra Israel, preparando el escenario de una intervención directa que les otorgue prestigio en el mundo árabe, que ya no se circunscribe a parte de Asia y de África, sino que se extiende por toda Europa occidental. Lejos ha quedado la antigua amistad, recordemos que Turquía reconoció a Israel en 1949 y fueron aliados en 2020 para ayudar militarmente a Azerbaiyán en guerra con Armenia.
No es casual entonces que Turquía haya cortado todas las rutas comerciales con Israel. Ya antes había cancelado el proyecto de gasoducto para llevar el gas hebreo a Europa. Lo que sigue es el corte del petróleo que abastece a las refinerías de Israel, pues el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan pasa por su territorio. Un futuro conflicto armado convocaría necesariamente la participación de los otros países de la UE, pues los obligaría la pertenencia de Turquía; eso enfrentaría a los Estados Unidos con la vieja Europa, haciendo realidad el mejor de los sueños de Xi Jinping, quien quedaría con las manos libres para tomar Taiwán.

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