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¡No tienen derecho a empobrecernos más!

Fecha Publicación: 11/10/2022 - 22:55
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Que un proyecto minero vea la luz se ha convertido en misión imposible en el Perú. Es una tarea titánica, más aún si tienes que lidiar con autoridades y líderes gremiales corruptos que solo protegen su bolsillo y que utilizan la victimización y la mentira como mecanismo de extorsión. Es inaceptable que el Gobierno haya decidido evaluar si mantiene o suspende la licencia de uso de agua superficial otorgada por la Autoridad Nacional de Agua a Quellaveco. Es una pérdida de confianza absoluta. ¿Qué le pasa a Castillo? Hace menos de un mes invitó a los capitalistas de todo el mundo a invertir en el Perú, expresando que su gobierno estará al lado del empresariado, pero hoy, abiertamente les da la espalda.

Un ejemplo de Estado socio de la inversión fue el primer gobierno de Fujimori y un Daniel Hokama en Minem. Ejecutores por excelencia, permitieron que proyectos como Antamina se hicieran realidad. Tenían el norte clarísimo. Promulgaron normas como el DL 674 – Ley de promoción de la inversión privada en empresas del Estado, así como leyes que garantizaban la libre competencia y la posibilidad de firmar Convenios de Estabilidad Jurídica con rango de ley. Veinte años más tarde estamos en un punto de quiebre, en la más absoluta oscuridad. El retroceso es escandaloso. Castillo es casi un inimputable obsesionado con viajar y Aníbal Torres una veleta que solo cuida sus intereses y que posiblemente niegue haber apoyado a la minería en Perumin. Son seres absolutamente despreciables que creen estar por encima de la ley.

Los costos de un proyecto son muy importantes pero un factor más sensible aún para la toma de decisiones de tan largo plazo es que el Estado receptor de la inversión sea capaz de generar credibilidad y garantizar la permanencia de las reglas de juego en el tiempo. La mayoría de los peruanos no son conscientes del daño que este tipo de decisiones provoca al país. El BCR ha señalado que el proyecto Quellaveco representa 0.3% del crecimiento económico previsto para este año. ¿Dolería perderlo? Sí, pero peor aún es el mensaje que se da al capital. Perú ha caído por tercer año consecutivo en el índice de competitividad minera Fraser, somos el segundo productor de cobre del mundo, tenemos una riqueza polimetálica incuestionable, la minería es nuestro motor de desarrollo, pero ya nadie quiere invertir en el Perú. La recuperación tomará muchísimos años y tenemos que trabajar en ella, ya. No podemos esperar al 2026.

Un proyecto minero no es nada, absolutamente NADA sin fuentes de agua. Es inviable. Ningún Estudio de Factibilidad lo resiste. En el caso de Quellaveco, la mina usará el agua de mala calidad del río Titire (su alto contenido de boro y arsénico la hace inutilizable para consumo humano), manejo que ha sido compensado con la construcción de la represa Vizcachas que dotará de más de 60 millones de metros cúbicos de agua de buena calidad a la población. Es una medida altamente beneficiosa, sin embargo, estamos viviendo la misma agonía que con Tía María o Conga con la diferencia que se han invertido millones en la construcción y las expectativas son inmensas: es el último gran proyecto.

El apoyo expresado por Zenón Cuevas, gobernador regional de Moquegua, es clave, pero también le corresponde manifestarse a la ciudadanía. Al final, somos los grandes perjudicados. No tienen derecho a seguirnos empobreciendo ni tampoco se puede permitir un incalificable maltrato a inversionistas que han confiado en nuestro país, más aún si se trata de capitales británicos con los que existe una larga historia de cooperación.

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