¡No me defiendas, compadre!
Aclaramos, por si hubiere algún despistado, que no existe compadrería con el controvertido personaje objeto de estos borrones. Al punto.
Conforme a la Constitución, corresponde a la Defensoría del Pueblo (DP) defender los derechos fundamentales de la persona y de la comunidad; y supervisar el cumplimiento de los deberes de la Administración estatal y la prestación de los servicios públicos a la ciudadanía. Dicho en buen cristiano, este órgano con autonomía constitucional coadyuva a la efectiva protección de los derechos garantizados por la Carta y vigila que la burocracia del Estado –de capitán a paje– cumpla con su deber y que este preste debidamente a los ciudadanos los servicios públicos. Si bien en su ejercicio la DP no tiene una potestad vinculante, esta institución, reconocida internacionalmente, se desempeña como una Magistratura de la persuasión a fin de que los Poderes estatales se ajusten o enmienden sus actos de administración y la prestación de servicios acorde a lo dispuesto por la Constitución.
Obviamente, para que la DP tenga cabalmente esta autoridad moral ante la Nación, su titular, es decir, el Defensor del Pueblo, debe ser y merecer tal autoridad y, como diría el gran Cantinflas, allí está el detalle, joven. El defensor actual, elegido por el desprestigiado Congreso entre cabildeos y componendas políticas, no fue ni es la persona idónea para ejercer tamaño cargo. Lo dijimos desde el primer día, y las críticas a su gestión, así como a la forma en que discrecionalmente designa o remueve a los defensores adjuntos, resultan reprochables.
Por si fuese poco, acaba de cruzar una línea roja que lo desmerece totalmente para continuar en la función. Ha salido muy orondo a declarar que la recta sentencia de una sala de la Corte Suprema de Justicia, que decide la ilegalidad del partido “A.N.T.A.U.R.O.”, engendro antidemocrático inscrito mediante un fraude de ley, vulneraría la Constitución y que, por ello, presentará un informe defensorial fundamentando la revocatoria de la resolución judicial. ¿A esto se dedica un verdadero Defensor del Pueblo?
Resulta evidente que el pasado humalista del personaje lo delata y que, si se necesitaban más señas, el país queda notificado de su inclinación y proclividad ideológicas. Por nuestra parte, ante esta clase de Estado y desgobierno que se sufre, preferimos que otro nos defienda.
CODA:
Sigue la cantaleta contra el “Tren de Porky”. La nueva crítica es por qué este promisorio proyecto no se “articuló” con la ATU, el Plan de Movilidad que ni existe, y la Red del Metro capitalino, que con una línea y media apenas es red. Vaya, vaya, la respuesta es muy simple: porque el Gobierno Nacional no movió antes un dedo, pero sí se trepó al tren en APEC para la foto. Hoy, lo que la ciudadanía exige al Ejecutivo es que se ponga las pilas y no tire piedras para que en el 2026 este Tren Chosica-Lima-Chosica sea realidad. ¡AMÉN!
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