NO es NO Petroperú
Otárola y Contreras han sido contundentes al negar un nuevo apoyo financiero a Petroperú y deberían resistir. Boluarte sabe que tiene que respaldarlos. No se pueden dejar seducir por los cantos de sirena de su presidente Pedro Chira y sus corifeos que solo mienten al sostener que la empresa será rentable a partir del próximo año pero que, a su turno, no tienen la capacidad de garantizar que será la última solicitud de apoyo. También arguyen que la seguridad energética del país estará en juego si no se obtiene el salvataje del Estado. Son unos narradores de cuentos, Petroperú se ha convertido en una interminable cadena de engaños; el MEF tiene que ser muy firme, representa el 40% de las acciones suscritas y pagadas de la empresa, el NO es la única respuesta aceptable. Si Petroperú tiene la absoluta certeza que será rentable como declara Chira, sin ningún pudor (Gestión, 19/01/2024), pues que se financie en el mercado internacional, sin la garantía del Estado –a ver si puede– y no a costa de los exhaustos bolsillos públicos.
A esta empresa solo le tienen fe el intocable ministro Vera, quien tiene cero credibilidad: a inicios del 2023 declaró que la refinería estaría operando al 100% y con un máximo de rentabilidad en junio de ese año, sus empleados porque viven de exprimirla y la destructiva Izquierda. Hay un evidente conflicto de intereses, Vera es funcionario de la petrolera estatal con licencia, el gobierno debería cambiarlo, pero prefiere mirar de costado. Vera por su parte debería renunciar, su alma máter laboral se está quedando a la deriva, pero qué difícil es encontrar un poco de dignidad en un funcionario público peruano.
Hace más de una década, en pleno gobierno de Humala, el entonces ministro de Energía y Minas Jorge Merino sostenía que “el corazón del inicio del fortalecimiento de Petroperú, empezaba con la modernización de la refinería de Talara, calculada en un máximo de US$ 3,500M de inversión”. Se vendió como la panacea: sostenían que la macrorregión norte se iba a dinamizar y se convertiría en un polo de desarrollo que traería más inversión e integración como, por ejemplo, la posibilidad de que los Fosfatos de Bayóvar puedan utilizar el ácido sulfúrico que produzca la refinería para convertirlos en fertilizantes. Todo fue un grande y corrupto sueño.
Lo cierto es que desde hace años la innecesaria Petroperú es un lastre, una condena para un país que casi no produce petróleo. Los ministros que representan al Estado en la JGA o se han dejado impresionar o han actuado en connivencia con la gerencia y el directorio. A inicios del 2022, Standard & Poor’s y Fitch le rebajaron la calificación crediticia a “bono basura”, sin embargo, en octubre de ese mismo año, el gobierno de Castillo aprobó un aporte por S/4,000M. Un ejemplo más de la gran capacidad de la Izquierda para hundir al país.
Ha habido más de 600 derrames en el Oleoducto Norperuano en los últimos 20 años, el 31% de ellos provocados por terceros (sabotaje). El pasado domingo hubo uno nuevo que afectó a la Comunidad Nueva Esperanza, que se sumó al del jueves 19 de enero que afectó a por lo menos 17 comunidades aledañas. Los trabajos de limpieza y recuperación son la mayor fuente de trabajo e ingresos de los comuneros, pero el dañó a su salud y al medio ambiente se torna irreparable.
La situación del Petroperú hay que sincerarla: está quebrada, es insolvente y dudo mucho que una reestructuración y cambio de gobernanza funcionen. Ningún nuevo directorio hará magia, no hay peruano que pueda reflotar ese buque hundido, dejen de engañarnos y de dilatar la agonía. Tiene que liquidarse, hacerse un control de daños y tratar de salvar lo más que se pueda con la venta de activos.
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