Ministro Serna y colega huanuqueño
Cada día se desvanece el abuso y la mala investigación fiscal realizada por cuestionados funcionarios del Ministerio Público de Huacaybamba (Huánuco) contra el docente Wilke Ferreol Rodríguez Espinoza. Han transcurrido nueve años desde que falsas denuncias y la arbitrariedad de tres fiscales llevaron a toda la familia del profesor Rodríguez a una pesadilla que aún no termina. Ella merece la solidaridad sobre todo de sus coterráneos huanuqueños y más todavía de los profesores de la región.
Por fortuna el secretario general del SUTEP, el profesor Lucio Castro, expresó el apoyo moral y la asistencia legal humanitaria para un profesor como Wilke. Pero el Estado, y por cierto el Ministerio de Educación (Minedu), no puede estar de espaldas a la verdad, al respeto de los derechos humanos y a la búsqueda de la transparencia.
Es más, el Minedu tampoco debería estar de espaldas a la lucha contra la corrupción al revelarse hechos objetivos que señalan que detrás de la falsa acusación contra un profesor de escuela rural, como Wilke, también hubo un móvil de cohecho, al pedirle malos elementos de la Fiscalía S/ 20,000 a cambio de no molestarlo más. Pero la respuesta del profesor fue un rotundo no, primero porque era y es inocente; y en segundo lugar porque es un ciudadano que no transa con la corrupción.
En este extremo, para conocimiento del ministro Rosendo Serna Román, desde un inicio, en el 2013, tanto el director de la I.E. 33230, ubicada en Huacaybamba, como el total de maestros de esa escuela, además de los padres de familia del aula y una de las denunciantes que se retractó -y aportó elementos en el sentido que le dijeron que mienta y que acuse al profesor Rodríguez-, declararon categóricamente a favor de este maestro, entonces con más de 24 años de servicios y sin ninguna queja, evidenciándose que contra él hubo venganza, odio y un móvil económico.
Uno de los fiscales que vio el caso Wilke ha sido destituido el año pasado por la Junta Nacional de Justicia, y con el tiempo se han descubierto una serie de ilegalidades y violaciones a los protocolos del Ministerio Público, perpetrados por los propios fiscales, a todas luces nada idóneos, demostrándose una injusticia que hoy debe acabar. De modo que, en la búsqueda de no condenar inocentes, Huánuco debería estar en primera fila y los huanuqueños insignes con mayor razón, como el ministro Rosendo Serna.
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