Miedo a la libertad

Escuchaba al español Fabián Barrio definir el miedo a la libertad. Es verdad que el niño está determinado y carece de responsabilidad, sus padres lo hacen todo, pero se siente bien. No ser libre no le afecta, quiere quedarse para siempre así. La escuela es una ruptura de la seguridad que nace desde el útero y se prolonga en la casa. La tragedia del hombre es crecer lejos de esa seguridad y abrazar la libertad y, por tanto, ser responsable, ser aprobado y rendirle cuentas a alguien… porque de eso trata ser libre.

Para pasar de año en la escuela, ingresar a la universidad y conservarse en ambas uno debe ser aprobado por alguien, debe rendir cuentas a regañadientes porque la libertad cuesta. Conforme nos independizamos más responsables somos y más cuentas rendimos porque es así que nos emplean en una oficina y nos mantienen en ella, es así que nos emparejamos y nos casamos, es así que transcurre nuestra vida social y es así que conocemos el miedo y confrontamos con él. La cama representa al útero. Es el lugar óptimo del mundo.

Más viejos, más libres, pero mayor el precio que tenemos que pagar. Ser responsable de uno mismo es un tema, pero al formar familia, la responsabilidad ya no es sobre la libérrima estupidez individual, es sobre un grupo que recibe nuestro afecto, preocupación y dolor. Hacerla mal en un trabajo, tiene un costo que ya no solo lo implica a uno, las consecuencias recaen sobre los que amamos.

El miedo a la libertad en la sociedad busca delegarlo todo en el líder paternalista. Es populista, sosegado e inspira seguridad. Es severo con lo que odiamos o tememos. La manipulación política es un juego de niños. Literalmente. Qué mejor que andarse para atrás en aquello de vivir determinados.

El triunfo del populismo sobre la masa tiene algo de eso y disuelve el concepto del individuo en el todo. Qué puede ser más laxo y librarnos de las preocupaciones que fundirnos en un todo bajo la responsabilidad de un líder.
En una pandemia o un desastre el paternalismo es negocio. En la crisis es el padre enérgico que llega para ordenar la casa. En ambos casos el individuo se denigra, se somete, se acobarda tanto que al padre tornado en tirano nunca lo puede quitar porque no lo puede retar. El individuo huye u obedece al costo de su dignidad.

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