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Los conspiradores

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Fecha Publicación: 23/10/2023 - 22:10
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36 barriles de pólvora habían sido instalados por un grupo de conspiradores católicos, liderados por Guy Fawkes, en el sótano del Palacio de Westminster, capaces de hacer estallar ambas Cámaras del Parlamento y al propio Rey que iba a asistir a una importante sesión; corría el año 1605 y Jacobo I, de la Casa Estuardo, había desilusionado a aquellos que confiaron en su talante permisivo con las creencias religiosas distintas a la anglicana, instaurada por Enrique VIII y consolidada por su hija Isabel I; por el contrario, mantuvo la férrea persecusión a quienes se resistían a abjurar de la dependencia con Roma. Cerrada la posibilidad de lograr su complacencia, se esperaba que nuevas Cámaras y sobre todo, un nuevo Rey, abrieran la posibilidad que la política, tan restringida en esos tiempos, había negado. Destruir al Parlamento podía significar una nueva oportunidad para los conspiradores.
Lo mismo piensa la facción “progre” del actual Congreso unicameral peruano, sueñan cada semana con vacar a Dina Boluarte y para luego forzar la disolución inconstitucional del Congreso. Faltos de apoyo popular en las últimas elecciones generales, necesitan desacreditar a la institución parlamentaria con la incondicional colaboración de buena parte de los congresistas, aventureros y amateurs de la política, quienes aprovechan como adolescentes cualquier prebenda que puedan obtener, aún a costa de su reputación. El problema es que, como Guy Fawkes, los “progres” reclutaron a la persona que causaría el fracaso de su causa. El ataque hacia la inestable mayoría fujimorista provino de una orquestada reforma política destinada a destruir el sistema de partidos, con el objetivo de que su fabricado candidato Julio Guzmán y su lista congresal, aprovechen el gran espacio vacío.

Pero el escuálido resultado apenas pudo ser salvado por su JNE, el vacío fue cubierto por la izquierda más radical del país y por agrupaciones sin más objetivo que el aprovechamiento indecoroso. A Dios gracias, KeikoFujimori, Rafael López Aliaga, Hernando de Soto y un par más de candidatos presidenciales lograron hacer ingresar bancadas con gente con compromiso democrático, apenas un tercio del pleno. Para revertir la situación, el Congreso actual debería modificar la pésima reforma política impulsada por Martín Vizcarra y rescatar, para la política, las instituciones infiltradas por la facción “progre”, duchas en fingir indignación y en exhibir falsa moralidad, mientras que desarrolla concursos públicos amañados, con requisitos irracionales, pero diseñados para favorecer a sus candidatos, designando “examinador” al abogado de confianza o, de plano, encomendando el examen escrito al subalterno del concursante y premiándolo luego con un alto cargo en la misma institución.
Este Congreso puede derrotar a los conspiradores, aprobando las nuevas reglas políticas y electorales que permitan una verdadera representación política para recuperar la fortaleza de nuestra democracia.

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