Los caviares y su conspiración permanente
Muy orgullosa del Perú y del éxito de APEC como evento; la organización ha estado impecable, a pesar de las amenazas e intentos de la Izquierda y sus operadores, de generar caos y retar al gobierno, procurando dar la imagen de un país caótico e inestable. Cada dólar de inversión privada, cada nuevo empleo formal, cada decima de mejora en el PBI es un retroceso de los enemigos del país. La prosperidad y bienestar de los peruanos son las mejores herramientas para combatir sus prédicas que solo nos llevan a la miseria.
No comparto el pesimismo de Federico Salazar quien afirma que: “El Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico no sirve. No sirve, por lo pronto, para hacer lo que dicen que hace (…)” (El Comercio 17/11/2024) sin embargo, coincido en que hay una inmensa tarea por delante, especialmente en infraestructura y conectividad, así como en la implementación de una ZEE con tasa cero, para poder competir con Chile y Ecuador en iguales condiciones.
El gobierno no debe dormirse en sus laureles. En la antigüedad no solo eran símbolo de triunfo sino de inmortalidad, situación que le es ajena a Boluarte. Han sido tres días de gloria y protagonismo que se evaporarán por las alarmantes contrariedades diarias que el gobierno no logra resolver, en especial por su incapacidad para nombrar ministros de primer nivel. Mucho, Arista, Quero, Manero, Santivañez deberían estar en su casa desde hace mucho tiempo. Sabemos que los ministerios los manejan funcionarios de segunda línea, pero al menos sería necesario que la cabeza inspire respeto por su inteligencia y conocimiento del sector. Hoy estamos absolutamente huérfanos.
Uno de los problemas más críticos es el deterioro alimentario generalizado, pero poco se habla en la prensa de ello. Hay 10 regiones del país con situación de hambre grave y 13 en situación moderada. Los últimos dos años han sido los peores en mucho tiempo. Por ello, indigna que el programa Qali Warma, destinado a brindar alimentación nutritiva a niños muy pobres, esté a merced de “delincuentes” públicos. 22 funcionarios del MIDIS y de DIGESA han sido recientemente despedidos. Dolosamente compran alimentos vencidos o con gusanos o no aptos para consumo humano, sin medir las consecuencias. Es un maltrato sin nombre.
La delincuencia no cesa. El 2024 está siendo un año muy sangriento y aún no concluye. Ya suman 1702 muertes violentas conocidas, a pesar de que Santivañez señale que se han reducido en los distritos declarados en emergencia. El ciudadano de a pie no siente ninguna mejoría, todo es parte de una estrategia de este pésimo ministro para deshonrar su palabra y permanecer en el cargo.
Pero hoy la mayor dificultad que enfrentamos es el manejo de la justicia por parte de los caviares. Resulta inaceptable la intromisión de la CIDH en el reciente proceso de elección de los miembros de la JNJ, solo porque sus integrantes no tienen la bendición de la progresía, pero más intolerable aún es que el Cardenal Barreto haya participado en esta audiencia, por su supuesta preocupación por la fragilidad de la justicia y los niveles de corrupción. Ni una sola vez lo he escuchado alzar la voz para defender a las víctimas de la persecución política caviar, llámese Ricardo Briceño, Alberto Pasco Font o las decenas de personas que hoy son injustamente asediadas en el Perú.
Lo único que movería la aguja de aceptación a favor de Boluarte sería iniciar el proceso de salida del Perú de la competencia contenciosa de la CIDH. No necesitamos someternos a una Corte politizada, intervencionista, cuyo único propósito es fortalecer una agenda caviar que está llevando al país al despeñadero. ¡Atrévanse!
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