Lo verosímil en la literatura

Imagina que quieres narrar algo. Imagina que conforme vas haciéndolo, vas agregando situaciones que terminan por dar forma a los personajes y a lo narrado. Eso que agregas tiene que ajustarse a la historia principal, tiene que ser creíble dentro del relato, de lo contrario a nadie le importaría. Sin querer, has utilizado las nociones de ficción y verosimilitud.
La ficción no es lo mismo que la mentira. La mentira es algo que se aleja de toda posibilidad de realización. Es falsa y no tiene ninguna relación con el mundo real, salvo su negación. Sin embargo, la ficción es algo que, aunque no es real, sí es posible dentro de una historia narrada.
En literatura, la ficción vendría a ser esa expresión que solo funciona dentro del texto mismo, pero que no puede materializarse en el mundo real, a pesar de que se alimentó de él. Por ejemplo, ¿Recuerdas al entrañable personaje de Vallejo, Paco Yunque? Pues bien, Paco existe dentro de los límites del cuento que le dio vida, dentro de esa ficción, pero no podemos concebir que alguna vez lo encontraremos por las calles de algún pueblo andino. Sin embargo, ese personaje tiene que haber sido creado de una idea tomada de la realidad. Desde el momento en que se convierte en escritura, en literatura, es ficción.
Para que todo ello ocurra, la historia debe mantenerse fiel a sí misma. No puede haber elementos que escapen a la historia que se está narrando, pues, de lo contrario, no sería creíble. Eso es la verosimilitud, una cualidad que es suficientemente similar a la realidad y que sigue las reglas de su propio mundo ficcional para justificarlo. Por ejemplo, nadie cuestiona que en Harry Potter la magia sea un ingrediente transversal en toda la historia, y eso dentro de la novela es creíble, es decir, verosímil.
En líneas generales, lo verosímil funciona cuando son claras las reglas del juego del texto literario. Es decir, una vez definidas las reglas, aceptamos como verosímil todo aquello que se ajusta a ellas y lo creemos como “cierto” dentro de ese mundo ficcional. Cuando escribimos literatura, todo lo que se construye queda dentro de esos límites. El texto literario convencerá cuando el grado de verosimilitud sea mayor. Es decir, sabemos que esa novela es ficcional, pero la construcción de la misma, su verosimilitud al leerla, nos hace creer que es verdad y terminamos, sin querer, formando parte de ella.

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