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Lo que cada uno puede dar

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Fecha Publicación: 07/04/2022 - 22:00
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El Principito es mucho más que un libro infantil. Antoine de Saint-Exupéry entrega una fabulosa historia donde la reflexión es el punto de partida para desarrollar personajes simbólicos. Uno de ellos es un rey que se encuentra en un pequeño planeta: “El rey estaba instalado, vestido de púrpura y armiño, sobre un trono muy simple y sin embargo majestuoso”.

Lo paradójico es que el rey no tiene súbditos y, a pesar de ello, conoce bien los procedimientos para mandar y para ejercer la autoridad frente a los demás. Parte de la idea de que no sirve dar órdenes sin sentido o, en todo caso, órdenes que no se puedan cumplir. En gran medida, la libertad de los demás siempre resulta fundamental en toda relación de poder. Sobre este punto, se genera un diálogo entre el principito y el rey.

“-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?

-La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.

-Exactamente. Debe exigirse de cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.”

A partir de todo ello, no podemos negar que la autoridad se apoya en la razón. Ese es un hecho que lo trasciende todo. Quienes ejercen el poder tienen una enorme responsabilidad; sin embargo, en muchos casos, el espacio que ocupan no es el que corresponde. Son los azares del destino. Y, precisamente, por ello, no apoyarse en la razón es uno de los actos que más afecta a las relaciones humanas, sobre todo, para quienes están sujetos a este tipo de círculo complejo.

En el caso del rey, era incapaz de ordenar algo que no pudiera ser cumplido, pues para ser obedecido debía mandar aquello que los demás estuvieran dispuestos a realizar. He ahí la importancia del poder y de saber administrarlo. Y, claro, como dice el principito, solo hay exigir de cada uno lo que puede dar, pero siempre que la razón así lo oriente. De entenderlo así, cuántos problemas evitaríamos.

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