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La violencia de todas las horas, sin excepción

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Fecha Publicación: 20/05/2021 - 21:00
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Poemas en prosa reúne un conjunto de 19 poemas que César Vallejo escribió en París entre 1923 y 1929. Lamentablemente, el escritor peruano falleció en 1938 y no pudo verlo publicado. Se trata, entonces, de un libro póstumo que se vería la luz en julio de 1939 bajo el título general de Poemas humanos. Ya años después, con el impulso de Georgette Vallejo, su esposa, se publicaría de manera independiente y se exploraría esta nueva forma de escritura que ofrecía el poeta universal.
De ese conjunto de poemas hay uno que calza bien en estas épocas de angustia. El poema titulado “La violencia de las horas” permite reflexionar sobre la muerte y, por qué no, también sobre la vida o la necesidad de vivir a pesar de la ineludible muerte. El poema comienza con un verso contundente “Todos han muerto”. Y, efectivamente, la secuencia de los versos siguientes hace un recorrido por todas personas alrededor del enunciador que han fallecido. El recuerdo es un arma que siempre tenemos para luchar contra la muerte, para sobrevivir al dolor, al golpe que nos hace infelices. Y así como en el poema de Vallejo, cada quien ha luchado contra la muerte, cercana o lejana, ha luchado y se ha apoyado en la memoria, en el recuerdo o en la nostalgia para superarlo todo. La tarea no es fácil, y tal como cierra el poema: “Murió mi eternidad y estoy velándola”. De pronto, uno mismo muere, en la soledad o en el desgano por vivir, y nos sentimos parte de esos muertos que conocimos alguna vez.
Es conocido que la muerte es un tema recurrente en la poesía Vallejo. Lo particular en este poema es que la muerte ha alcanzado a todos, sin excepción, lo cual muestra no solo su universalidad, sino además su carácter ineludible. Y, precisamente, lo mismo sucede ahora. La pandemia nos ha puesto a prueba si efectivamente valoramos la vida frente a la muerte, una que arrasa todo y que no distingue, solo elige y triunfa. Quizás ahora, en estos tiempos difíciles para todos, es cuando más hemos reflexionado sobre ella, porque de una u otra manera nos ha tocado: un familiar, un amigo, un desconocido. Todos terminan siendo una misma persona, un solo sentimiento de angustia, de dolor, porque nos vemos en ellos, en esa muerte que nos amenaza y que, por más que queramos, no será fácil de escapar.

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