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«La tierra baldía» una breve relectura

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Fecha Publicación: 19/10/2023 - 21:20
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Al releer “La tierra baldía” (1922) he notado en Thomas Eliot, su autor, una moderna visión poética, a pesar de las salvedades en el tiempo. Así, presenta todo nuestro propio caos y toda nuestra angustia: intenta revelar las grandes miserias de la decadencia contemporánea. Para ello, parte del descubrimiento de la esterilidad física y espiritual del ser humano: una figura que permite establecer un paralelo entre la naturaleza y la vida misma. La esterilidad de la tierra es un símbolo que hace referencia a la falta de una respuesta clara, evidente, que absuelva los problemas humanos desde siempre.
A primera vista, pareciera que el poema ofrece contornos bastante violentos y confusos, pero tras un análisis detenido damos cuenta de una visión mucho más amplia del autor. Aparece, entre los versos, esa particular mitología nueva y conmovedora, una forma arriesgada de viajar en el tiempo. Resulta que la técnica que utiliza Eliot en este poema es una especie de cinematografía, algo así como que los poemas buscaran ser una película donde las normas de expresión se rompen, se renuevan, se regeneran.

De alguna manera, se podría afirmar que Eliot proyecta su propia crisis existencial en el marco de la tremenda crisis de la cultura occidental tras la Primera Guerra Mundial. De allí que podemos encontrar un mosaico de voces masculinas y femeninas de todas las épocas que confluyen en una misma voz, la de Tiresias, aquel adivino ciego de la literatura griega. Tiresias es el personaje que unifica en sí mismo a los dos sexos, así como al pasado, al presente y al futuro, el tiempo en una misma expresión indisoluble.
Los poemas de “La tierra baldía” ofrecen la imagen global de un hombre que es producto de una compleja tradición cultural y de ahí se desencadena su problemática. Hay un intento por reconstruir poéticamente la confusa complejidad cultural de la que todos somos deudores en muchos aspectos. Podría decirse que se trata de una metáfora que sugiere universalizar el problema humano, esa problemática sobre su propio ser. Y en ese espacio yermo se reconstruye la experiencia misma. Los hombres siempre han emprendido una desoladora búsqueda del sentido de su existencia. Esto es innegable. Y a lo largo de los tiempos, ha de seguir buscando la respuesta en un mundo decadente y desorientado que estamos aprendiendo a sobrellevar.

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