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La responsabilidad del elector

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Fecha Publicación: 29/01/2024 - 22:10
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Cuando los peruanos manifestamos nuestro rechazo tanto por el Gobierno y como por el Congreso, olvidamos que fuimos convocados a las urnas en abril de 2021, casi tres años han transcurrido, y no reconocemos en los actuales mandatarios las preferencias libremente expresadas en nuestros votos, es más, parecería que nadie los eligió, cuando la dura realidad nos enfrenta al convencimiento de que, por las reglas electorales y por la volatilidad de nuestras convicciones políticas, otorgamos sendos mandatos a quienes no estaban preparados para ejercerlo. Lo peor es que la mitad de los peruanos desearía que se convocara a elecciones generales con las mismas reglas electorales y la misma clase política inexistente, lo que permitiría acceder a los espacios, donde se toman las decisiones importantes del país, a más personas urgidas de fortuna con cargo a nuestros impuestos, lumpen sin valores ni principios dispuesto a alquilarse a cualquiera por un poco de poder, por colocar una empresa familiar en un proyecto regional, por archivar una investigación preparatoria o lograr la prescripción de sus delitos. Piratas de la función pública, navegan por pasadizos y salas de espera al acecho del erario nacional, ansiosos de aprovechar su única oportunidad.
Muchos desean enfrentarse al ánfora electoral de nuevo, pero no tienen claro por qué paquete de ideas votar, si por candidatos de izquierda por la fingida sensibilidad social de sus discursos, por los de derecha con sus ininteligibles cuadros estadísticos sobre economía, o por los del centro dispuestos a no apartarse del libreto insulso, preñado de lugares comunes, afanados siempre por agradar a todos y no perder a nadie. Como habrían más de treinta candidatos a la presidencia, solo escucharemos a quienes tengan mucho apoyo de las empresas dueñas de los medios de comunicación y a quienes griten fórmulas extremistas para solucionar los problemas; las voces moderadas y sensatas quedarían ocultas por el ruido y la censura invisible de quienes deciden a quién hacer famoso en la TV. En un país culturalmente heterogéneo, socialmente informal e ideológicamente desaprensivo, lo más probable es que aflore nuestra atávica atracción por un cacique autoritario, quien confrontaría al mejor producto marketero, al engreído de los medios, responsable por mantener “las cosas como están”, en favor de la argolla privilegiada, sean empresariales mercantilistas o seudointelectuales dedicados a la consultoría innecesaria.

Gobierno y Congreso tienen la enorme responsabilidad, antes de culminar sus mandatos, de impulsar y concretar una verdadera reforma que nos permita pasar esta oscura página de nuestra historia; pero somos los electores quienes debemos votar con mayor responsabilidad, recordando que estuvimos al borde del abismo socialista por no saber procesar nuestros temores y fobias. Solo así podremos albergar optimismo por el futuro de nuestro país.

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