La persona que sí creía en mí
“Leer me salvó la vida”, dice Jordi Sierra i Fabra, un escritor español, mientras se sujeta las manos, hace presión y trata de conectar varias ideas sin trabarse. Hace el esfuerzo, cierra los ojos y, aunque es complicado, sonríe. Y no es una sonrisa cualquiera, es una de victoria, de haber superado sus miedos, todos esos temores que lo acompañaron desde que era niño. Y es que Jordi es tartamudo desde siempre, hasta ahora. “Sí, aunque no lo parezca”, dice, y vuelve a sonreír. Está sentado frente a mucha gente contando su historia en un escenario que jamás hubiera imaginado.
Su familia era pobre, era hijo único y pasaba la mayor parte del tiempo solo y leyendo. Devoraba libros sin parar, todos los que tuviera a su alcance, en medio de la ausencia de bibliotecas en su barrio y en su colegio. Y entonces, luego de algunos acontecimientos, llegó un momento en que comenzó a escribir. Fueron relatos cortos, historias, cuentos, lo que apareciera de momento. Y entonces se dio cuenta que escribiendo no tartamudeaba. Esa era la solución, era la ruptura del silencio, su salvación en medio de una infancia que se le apagaba de a pocos. Sin embargo, no todo sería tan fácil. Más allá de los golpes de sus compañeros en los recreos de la escuela, había otros más fuertes que le impedían crecer: su padre prefería que hiciera algo útil para que se pudiera ganar la vida.
“Aquel día, llorando en casa, descubrí que sí, que había una persona que sí creía en mí. Yo. Es suficiente”. Jordi se pone de pie, da unos pasos, toma un poco de aire. Lo más importante lo sabe cada uno, dice. ¿Y qué es lo más importante? Lo que tiene cada uno adentro, eso que nadie nos puede quitar. “Esta es su vida, son sus sueños. Si están seguros de algo, háganlo. Si creen en algo, vayan por ello”. Jordi sabe que es necesario seguir nuestros sueños, lo que hemos decidido, lo que queremos. El camino será complicado, es cierto, porque a veces la presión social o familiar puede alejarnos de nuestros anhelos, pero es si no comenzamos ahora, no lo haremos nunca. El éxito material no garantiza la felicidad a largo plazo. Es ahí donde cada uno debe encontrar su propio camino. La vida es corta y debe vivirse a plenitud. Debemos seguir nuestros sueños, nuestros deseos y, sobre todo, debemos saber que somos la única persona que siempre confiará en nosotros. Eso es suficiente.
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