La patria por delante
“El amor a la Patria unió aquí, en el mismo sitio y en la misma hora, a quienes se iban a batir; y convirtió en campo de amistad el que iba a serlo en sangre”. Es la frase escrita sobre una columna cerca de Jauja, en Maquinhuayo. Las tropas de Orbegoso y Echenique frente a frente, fusil en mano y prontas a la batalla. Corría 1834. De pronto, ambos frentes se miraron, perfilaron un sentimiento de patria y caminaron para enredarse en un abrazo. El abrazo de Maquinhuayo.
Pocos son los episodios de amor patriótico. Es natural, y debe ser así, que exista una confrontación política y adversarios sempiternos, es una polémica de ideas y posiciones que, por desgracia, desembocan en odios irredimibles y no en debates democráticos. Se pueden sumar los errores de Keiko Fujimori y ser su antítesis política válida, pero cuando ser adversarios históricos por ideas conduce a ser enemigos a muerte es que la democracia falla, falla al punto de que el No a Keiko implica elegir al filosenderista Pedro Castillo o al extremista Antauro Humala, implica una persecución que recuerda al Tribunal de Sanción Nacional contra leguiistas o una obsesión fiscal contra varios políticos, una que nos remite a la enorme crisis de nuestras instituciones.
Quizás sea la maldición independentista, esa que explica que el ejército realista español resistiera la independencia con un 80% de soldados criollos e indígenas. Si se asume que la independencia fue una gesta patriótica, no lo fue. La tierra y los muertos como concepto de “patria” (Barrés) suele importarles a los peruanos menos que su adhesión política, y tal condición parece no haber cambiado.
Me pregunto si el Congreso también funciona bajo esa lógica. “Primero yo; después la patria, aunque se joda”. Existe un proyecto de ley que impediría a sentenciados por asesinato, terrorismo y otros delitos gravísimos postular. Martha Moyano, que preside la comisión que la entrampa, dice que no hay los votos suficientes (diga quiénes se oponen) y Alejandro Soto, presidente del Congreso (del wayki Acuña de Dina) mira de lado. Parecería que el miedo es un recurso disuasivo para los que no quieren adelanto de elecciones o que algunos partidos tienen a su sentenciado favorito.
No hay democracia ni debate ni alianza ni república posible si pocos se la juegan por la patria. Si la traición es la consigna histórica, la salida es el Jorge Chávez.
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