La mitad de un destello que nos devuelve
Escribir poesía debe ser, lamentablemente, uno de los oficios menos reconocidos en los ámbitos académicos. Quienes han dedicado su vida a la poesía entienden y conocen la postergación que implica ser parte de ella. Sin embargo, su permanencia va más allá de retribuciones económicas u otros similares. La poesía termina siendo un fin en sí misma. De ahí que haya poetas que se mantienen en la lucha, como es el caso de Rubén Quiroz. Si bien, parte de una formación en filosofía, Quiroz ha dedicado gran parte de su vida a la poesía y con bastante productividad. Ha publicado una serie de libros en diferentes áreas, como el teatro o la filosofía, pero todo parece indicar que la poesía es un espacio que no olvida y a donde recurre siempre.
Rubén Quiroz acaba de publicar La mitad de un destello que nos devuelve (Máquina purísima, 2022), un libro que reúne 33 poemas, como los cantos del Infierno de la Divina Comedia. En el prólogo, Carlos López Degregori afirma que, en este libro, los poemas “despliegan el asedio a ese centro que tiene una consistencia infernal sugerida a través de resonancias […]. Estamos, pues, ante un libro órfico, que oficia el ritual del descenso a un mundo de sombras en el que la luz y la vida han sido secuestradas”.
Con La mitad de un destello que nos devuelve, Rubén Quiroz se reencuentra con la poesía. De alguna forma, algo de ello hay en el poema 11: “A medida que vamos llegando / las tareas serán más arduas / sobre todo el reconocer el llanto y el eco / porque todos habrán partido sin abrazarse / y en los intervalos dividiremos el aire / también el susurro cual prodigioso anuncio / dispuesto al resplandor que no ha de venir / a pesar de las luces derrumbadas en las piedras / en las hileras / que se prolongan a medida que los corazones se esfuman”. Esto es solo una parte de este poemario de versos cortos, pero intensos, una especie de libro que se inmiscuye en la memoria. Como señala López Degregori, “la resonancia más significativa es la estridencia de la realidad que invade en forma oblicua el poema”. Vale la pena leerlo.