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La lección del triunfo

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Fecha Publicación: 11/04/2022 - 21:45
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“¿Qué es la Nación peruana?”, preguntaba el maestro José Antonio del Busto en una de sus magistrales clases de Historia del Perú en Letras. Todos nos mirábamos atónitos hasta que él, sin hablar de Renan, nos ubicaba en una ensoñación. “Imagina que estás solo en una noche parisina, allí en una buhardilla, nostálgico, buscas en la radio alguna canción cualquiera y aparece un vals criollo o un huayno y… entonces el Perú te hinca y humedece los ojos… Eso es ser peruano”.

El Perú es más grande que lo que nos divide. De derecha, izquierda, acendrados enemigos como nos quieren algunos, limeño o ayacuchano, de cualquier matiz u origen, la lágrima es la misma… Pero tiene que venir un peruano (de sangre materna), nacido en Turín (Italia), Gianluca Lapadula, para recordarnos que se puede ser mucho más peruano que un natural que no salió del país, más peruano que el que la hace en política para hacerse rico o más que el que divide a su tierra porque su ideología le es más grande.

Hay algunos que desde las alturas andinas o desde la costa árida son lo mismo. Hay los que nos desintegrarían o nos integrarían a Bolivia, Venezuela o Cuba porque se puede querer más a Marx que a Sánchez Carrión o a lo que nos es más extraño que propio. Hay quienes destruirían al Perú cultivando los odios o lo rebajarían a botín personal sin importarles que es la matriz de una diversidad y riqueza inconcebibles… y para el orgullo.

El fútbol puede ser técnica y estrategia, pero el gol, la victoria y la celebración nos demuestran lo que puede ser la expresión genuina del amor a la tierra. Lapadula nació en Italia. ¿Y? No he visto a nadie celebrar con tal fuerza y con tantas lágrimas una victoria como a él, tampoco he oído voces más fuertes y emocionadas como la de él y la de los seleccionados y las de todo un estadio en el que “todas las sangres” se hicieron una sola con el segundo himno nacional: “Contigo Perú” (Polo Campos). Todos corrían y se abrazaban y se fundían porque todo era espíritu: “Cuando despiertan mis ojos y veo/Que sigo viviendo contigo Perú/ Emocionado doy gracias al cielo/ Por darme la vida contigo Perú…”. Quizás la izquierda y la derecha se diluyen en el abrazo que funde y recordamos que en bajar las armas reside nuestra grandeza.

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