La guerra está declarada
Nuestra inocencia de niños no hubiera evitado que dudáramos de las intenciones del lobo, si aconsejaba a los cerditos construir sus casitas de paja; pero al crecer e imbuirnos de teorías, perdimos la capacidad de razonar de manera simple y efectiva. No era difícil darse cuenta que las mismas ONG que lograron evitar ser supervisadas tanto en su financiamiento como en el gasto de los recursos enviados al Perú bajo la forma de cooperación internacional, iban a recomendar las medidas necesarias para eliminar a su principal competencia en el tejido social: los partidos políticos democráticos. Una gran cantidad de dirigentes marxistas de las agrupaciones que formaron Izquierda Unida y fracasaron en su propósito de utilizar la legalidad democrática para destruir el régimen constitucional, fueron los que formaron las organizaciones que, desde la oscuridad del backstage estatal, lograron condicionar a los funcionarios de gobiernos débiles y pusilánimes.
Desaparecido el sistema de partidos, las agrupaciones electorales existentes son simples plataformas para proponer candidatos al electorado; al no estar enraizadas en la sociedad dependen de la imagen de los candidatos que consiguen inscribir, por lo que electores y medios de comunicación atienden más a los gestos de esos personajes que a los programas, pues poco importan al momento de tomar decisiones. Para mala suerte del Perú, la única excepción podría ser Perú Libre, cuya bancada parlamentaria viene siendo disciplinada y acrecentada por el experimentado líder de la agrupación Vladimir Cerrón, posiblemente el presidente partidario más extremista del espectro político peruano.
Mientras las fuerzas democráticas quedaron reducidas a simples espectadoras de la nueva pugna, el progresismo izquierdista confía en suprimir la influencia de los radicales leninistas en el gobierno llevándolos a la cárcel; consciente de ello, Cerrón planifica la toma del poder emulando a Lenin frente a los mencheviques de Kérenski. Para ello cuenta con expertos operadores cubanos, poco dispuestos a perder la oportunidad de sumar nuestras riquezas naturales al imperialismo de La Habana, necesitados de sustituir a la exhausta Venezuela. La lucha por el poder ya empieza y se avizora cruenta, al bando perdedor le espera la cárcel y kafkianos procesos judiciales, el vencedor podrá modelar al Estado a su antojo. No hace falta recordar que los audios supremos y el TC con mandato vencido le otorgan cierta ventaja al progresismo, mientras que el extremismo intentará jaquear al país con violencia callejera. Los medios y el Congreso decidirán la suerte de nuestro país, si se doblegan ante el Ejecutivo, renunciarán a fiscalizarlo, entregando nuestra democracia al pantagruélico festín comunista.
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