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La batalla de Majes

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Fecha Publicación: 05/03/2022 - 22:55
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En medio del oscuro panorama del país, se ha ganado una gran batalla por Arequipa.

La llamada Adenda 13 ha sido aprobada por el Gobierno Regional de Arequipa, se ha derrotado al enemigo en la batalla por el gran proyecto Majes Siguas con sus 38,500 hectáreas de cultivos que son la promesa de la agroindustria de exportación de Arequipa.

Pero el sabotaje sistemático al proyecto llevado a cabo por los rojos no va a parar acá.

Todo comenzó cuando el Cusco logró quitarle a Arequipa gran parte del agua para Majes, lo que se tuvo que compensar invirtiendo en entubar el agua que llegaría hasta Majes para evitar la evaporación de los canales abiertos. Esa inversión adicional requirió una adenda al contrato. Esa es la Adenda 13 aprobada hoy.

Pero la guerra continúa. Los rojos ya intentan que el Consejo Regional reconsidere la votación que aprobó la Adenda. Si vuelven a perder esta escaramuza, como es probable, tratarán de traer a Majes a las huestes que asolaron el valle del Tambo para detener el proyecto Tía María.

En efecto, el objetivo es paralizar el proyecto Majes por otra década si fuera necesario hasta que el Gobierno Regional de Arequipa dé su brazo a torcer y venda las tierras de la gran irrigación en unidades de cinco hectáreas. La narrativa política es que eso es lo que los pequeños agricultores necesitan. Es una narrativa falsa.

La prueba es que el hermano mayor de Majes Siguas, el proyecto Majes I, fue arruinado precisamente por esa misma mala decisión. No hay rentabilidad posible en ocho mil parcelas de cinco hectáreas cada una en el nuevo Majes. No puede haber un manejo racional del agua. No hay economía de escala.

Una agroindustria de escala requiere que las parcelas sean como mínimo de cien hectáreas cada una. En 38,500 hectáreas, habría unas 40 empresas agroindustriales modernas. Pero la narrativa demagógica de los rojos dice al pueblo de Arequipa que las grandes empresas de Lima o los chilenos se preparan para despojarlos.

Es posible, según se debate, que un 20% del total de 38,500 hectáreas sea vendido en unidades de cinco hectáreas. En tal caso, esas ocho mil hectáreas albergarían unas 1,600 parcelas. De nuevo, es impracticable el manejo racional del agua así. Eso fue lo que arruinó el viejo Majes I.

Pero se puede debatir de manera civilizada cuál sería el combo óptimo -seguramente hay más de uno- que aloje al mismo tiempo las necesidades técnicas y las prioridades ”políticas” y evitar así la colisión social frontal que es lo que los rojos buscan. Quieren a toda costa polarizar entre extremos cuando la solución es debatir cuáles son los puntos intermedios posibles para una solución equitativa y rentable al mismo tiempo.

Hace falta que esos 1,600 agricultores arequipeños en esas ocho mil hectáreas, por ejemplo, puedan disponer de las herramientas legales formales para asociarse en 40 empresas formales que manejen no 100 sino 200 hectáreas cada una. Esas empresas podrían emitir acciones y cotizar en bolsa, levantar capital, acceder al crédito y a los mercados de exportación igual que las otras 40 empresas en las héctareas restantes.

Preparar los dispositivos legales para hacer eso posible es la labor que realizará la comisión especial llamada “Capital Perú” creada por el Congreso y presentada el viernes siguiendo los lineamientos que Hernando de Soto propone para formalizar la propiedad de la tierra. Ese es precisamente el caso de Majes-Siguas.

Esa es la manera de desactivar el cóctel molotov que los rojos preparan. Porque lo que está en juego acá no es una narrativa política más, sino la historia de Arequipa.

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