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Jugando la democracia

Fecha Publicación: 28/05/2019 - 21:50
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Los diarios desencuentros y dimes y diretes entre el Ejecutivo y el Congreso –en especial con la oposición fujiaprista y adláteres–, en torno a la indispensable reforma política hastía y, lo peor, es que ninguno de los poderes tiene totalmente la razón y la crispación que provoca la está pagando el país. Habría que ser un necio para creer que la reforma de marras no es prioritaria y lo mismo para suponer que esta se puede llevar a cabo pechando o amenazando al contrario.

Hablemos claro. El jefe de Estado un día sí y el otro también insiste apoyado en la calle que la reforma no es un capricho sino una necesidad nacional y que en el Poder Legislativo no existe voluntad ni la urgencia de llevarla a cabo. A ojos vistas no le falta razón. Del Parlamento responden que tal postura gubernamental violenta el principio democrático de separación y equilibrio de poderes y que el Congreso no es mesa de partes del Gobierno. También alguna razón tienen. Lo cierto es que si no se para esta aberrante confrontación y se alcanzan consensos mínimos todos perdemos.

La impostergable reforma de nuestra precaria institucionalidad política no se puede hacer contra sino con los dos poderes en disputa. Un ejemplo práctico: varias de las enmiendas requeridas modifican la Constitución y exigen para su aprobación dos legislaturas ordinarias, lo que nos lleva con las justas a lograr que puedan aplicarse para las elecciones generales del 2021. Sería totalmente inadmisible celebrar esos comicios del Bicentenario con el nefasto régimen político-electoral vigente. Del mismo modo, si los tambores de guerra terminan apuntando a la disolución constitucional del Parlamento, doble contra sencillo que el remedio será peor que la enfermedad.

En otras palabras, dada la peliaguda coyuntura, Ejecutivo y Legislativo están condenados a entenderse y esta vez sin trampas, bravatas ni leguleyadas que ya han sido fulminadas por el TC como en el caso de las inconstitucionales modificaciones que se introdujeron al Reglamento Congresal. Si ambos poderes no están a la altura y tiran todo por la borda, no solo la historia los juzgará sino la ciudadanía los repudiará. ¡Amén!