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Hernando de Soto, ¿a tiempo?

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Fecha Publicación: 05/09/2020 - 21:40
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Hernando de Soto es un intelectual de nota, un investigador de la economía, y está entre lo mejor de la vitrina de Perú. Es un arequipeño de 79 años que cuadró a otro arequipeño (Mario Vargas Llosa) y lo mandó bien lejos. Como el mismo Hernando lo dice, fue “con una frase muy peruana”.

Efectivamente, en el programa “Panorama” de Panamericana TV, y después de rebote en BDP (Buenos Días Perú), dijo que Vargas Llosa “es un hijo de puta” (o sea, un HDP). Pero saliendo de ese juego de letras, señaló algo más importante: que el novelista era un violín desafinado y que continuamente saboteaba al Perú con sus declaraciones en el exterior.

Esa posición de Hernando de Soto, más que anécdota, marca un deslinde ideológico en el pensamiento liberal de dos peruanos, pues mientras Vargas Llosa solo apareció en agosto de 1987 a defender los intereses de una plutocracia que vio tocados sus intereses rentistas y financieros, Hernando de Soto un año antes (1986), con su libro “El otro Sendero”, postuló el capitalismo popular, una revolución de los informales para ingresar a la cuenta oficial y la estadística de la economía, la producción y el desarrollo, libro que por ese tiempo algunos cachimbos universitarios saboreábamos con fruición.

No obstante mucho antes, en 1979, el último año de la dictadura militar, con el general Morales Bermúdez en Palacio, De Soto hacía realidad su Instituto Libertad y Democracia (ILD), que en un inicio contó con un consejo integrado por personajes como Armando Villanueva del Campo y Andrés Townsend Ezcurra, entre otros exponentes de la clase política peruana, porque su fundador era y es una persona plural y concertadora, sino recordemos que el año pasado propuso un diálogo con Antauro Humala y Roque Benavides.

Lo cierto es que, con pandemia o sin ella, Perú necesita concertación y merece recibir el Bicentenario de la Independencia con mayor madurez política; y signo de madurez es la concertación, el diálogo, el saltar los “antis”, sino echemos cuentas sobre el atraso generado al país el siglo pasado por las visiones cerriles entre el aprismo y el antiaprismo, tal como en los últimos veinte años se evidencia entre el fujimorismo y el antifujimorismo. Verbigracia, el antifujimorismo de Vargas Llosa sirvió para masajear desastres de corrupción como el toledista, las “chalinas verdes” y el humalista.

@RafaelRomeroVas