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Genio político

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Fecha Publicación: 28/11/2022 - 22:40
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El extremista totalitario no negocia. Todo es el objetivo revolucionario. No postulan por fe en la democracia, sino porque ella es tan boba que presta sus armas. Hitler fracasó en un golpe y fue a prisión. Entendió que la institucionalidad tiene huecos y que la gente es crédula y manipulable si se le insufla de odio. Llegó con votos. Es fácil quedarse en el poder por ella, tornarla en plebiscitaria y arrasar todo, pero se aprende. Hoy el Tribunal alemán excluye a los partidos totalitarios.

También lo entendió Castro, que llegó con fusil, pero que vio en el Che lo que es fracasar con armas frente a un campesinado reacio, como lo entendió Sendero a la luz de la indiferencia de los pobres. La derrota de Abimael Guzmán fue militar, policial y social, pero no política ni magisterial. Tras el 2000, con infiltraciones, con liberados bajo nuevas tácticas y reincidentes desde la legalidad, los rojos hicieron camino. Si se cree que el Foro de Sao Paulo es un cóctel romántico como un discurso de Allende, no sabe de política. La izquierda radical enciende pequeñas llamas que conectan y hacen incendio, hacen aparecer como masivo lo ralo. La política para ella es magia, fotografía, rumor…percepción. No hay escrúpulos, leyeron mejor a Maquiavelo, les sirve el fraude, la mentira, el populismo, el miedo y la compra de conciencias.

La izquierda radical finge negociar, simula fragmentarse, escenifica expulsiones, crea la idea alterna o la falsa paz. Saber hacer política es entenderla más allá de la democracia, desde el poder. “Yo soy poderoso por lo que hago creer”. Cuando Cerrón dice que el poder es todo y el gobierno una ilusión, repite a Mao. La derecha, por su parte, tiene una desventaja moralmente válida: la inocencia, el escrúpulo, la fe en la negociación y la reunión de poderes, esa que se abre a la gobernabilidad como fin común. Para los otros es ganar tiempo.

Para llegar al poder hay que llegar al gobierno porque quien tiene el MEF, los escalafones y la información, lo tiene todo. Quien gobierna con maña quiebra la moral de los débiles, adormece a los incautos. La derecha marcha, respeta las rejas de contención, cree que puede vencer desde los sets de televisión. El radical rojo crea la idea de caos y el caos tiene un efecto falsamente magnificador.

Se necesita genio, sabiduría y calle para ganarle a un enemigo perverso.

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