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Fuerza y prudencia en la política aristotélica

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Fecha Publicación: 31/10/2024 - 21:20
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En Política, el libro clásico de Aristóteles, el autor señala que el hombre situado en el ámbito político no puede hacer nada si no se corresponde a la moral y a lo ético. Y con ello, además, describe dos instancias: la fuerza y la prudencia. Así, por naturaleza, la fuerza se encuentra en los jóvenes y la prudencia en los viejos (Libro VII). La política sería la base con la cual se podrían instituir normas y reglas que permitan establecer una sociedad ordenada. La situación es compleja, por cierto, pues el filósofo griego entonces no habría pensado cómo miles de años después, no necesariamente los jóvenes no serían fuertes ni los viejos serían lo suficientemente prudentes en sus actos ni en sus decisiones.
La confusión sucede en las diferentes esferas de la sociedad y en la política, con mayor razón. De esa manera, la vieja política termina siendo la política de los viejos, pero no de los prudentes, sino de aquellos que se quedaron en el pasado y no se adecuaron a los cambios que la modernidad y los nuevos tiempos exigen. Se trata de una política clásica, desfasada, que solo recuerda nombres y no actos y, con ello, toma decisiones que determina erróneamente el rumbo de nuestra historia. Y esa misma política, amenazante en estas épocas, con los mismos rostros o con otros nuevos, pero con las mismas ideas de aquellos, termina convirtiéndose en una política trasnochada, aquella que, en la actualidad, quiere tomar protagonismo, pero no determina su rumbo, pues se adscribe al facilismo y procura soluciones inverosímiles sin ni siquiera encontrar el camino de salida ni el de la coherencia de ideas.
Es cierto que no toda la juventud tiene fuerza y, generalmente, mucho menos prudencia, pero no solo ellos. La prudencia permitiría discernir lo bueno de lo malo, lo conveniente de lo perturbador y, como señalaba Aristóteles, se convertiría en una instancia ordenadora de la vida política. En la actualidad pareciera que los viejos de pensamiento, aparte de no ser prudentes en ese rumbo político, tampoco muestran la fuerza para tomar decisiones acertadas para el destino de nuestro país. Entonces las decisiones terminan siendo las mismas, las repetitivas, las que nos perjudican, aquellas que siguen eligiendo los mismos de siempre. Si Aristóteles viviera en estos tiempos, diría que necesitamos partidos nuevos que despejen el panorama, candidatos nuevos que tengan la cara y las manos limpias, sin antecedentes, ademanes ni pasados oscuros, una política renovada, una política con fuerza y prudencia.

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