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Frentes y vientres

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Fecha Publicación: 24/06/2024 - 21:30
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El Perú no germina un buen sistema de partidos. Se creyó que una ley haría magia; pero lo real es que al 2024 se canjean afiliaciones por gaseosas. Inscribir un partido es tan fácil, que hay una treintena por competir. Es natural que se hilen frentes. El miedo a Antauro es la narrativa de ese colapso, donde cualquiera candidatea y lo que se juega es la democracia. En ese contexto, el fujimorismo no debe olvidar que el partido más grande del Perú es el antifujimorismo. Cuando Patricia Juárez dice que “a Antauro se le gana en la cancha”, no dice que cerrarle la vía legal, hubiera sido cerrársela a Fujimori.

Por miedo a reeditar una versión del mal mayor y navegar entre Escila y Caribdis, la derecha ensaya coaliciones de buenos gestores. Atrae, pero la salvación se identifica, como siempre, por los éxitos personales y no por la vida partidaria.

Los fichajes por premura, nos recuerdan las previas de un campeonato de fútbol. Cuando Añaños dice que se reunió con muchos partidos para “escucharlos”, encara su debilidad, porque participar es tener convicción y “arrechura” política, esa que hizo de Piérola un personaje épico. “Lo pensaré”, dice Añaños, y López Aliaga se lanza sin lanzarse o sin saber si se lanzó.

La izquierda es un enjambre de intereses. Un sector se amarra con Antauro porque todo les sirve, incluso el mal ensamblaje ideológico; porque el etnonacionalismo, de marxismo no tiene nada.

¿Noblecilla, Nájar, Barranzuela, con Podemos? ¿Luna y su partido jugándosela por Castillo y Bermejo? Al carajo con las ideas, “salvo el poder, todo es ilusión”. Por tal, Antauro quiere capitalizar el liderazgo de Castillo, que ya tiene quien lo libere sin fusilar, “¡ladrón de gallinas!”, dice Antauro, selectivamente condescendiente. Así llegamos al Bicentenario, de Ramón Castilla a Pedro Castillo, como si el Perú no fuera ya una desgracia.

Demasiados progresismos con déficit de ideario. A falta de partidos se cuelan también los vientres de alquiler. Susel Paredes se suma a uno de ellos (que tiene por nombre un título de Amartya Sen); advertida de su propietario, se encrespa, pero no para irse sino para seguir: “¡Qué voy a hacer, pues!”. Vientres, progresismos gaseosos, derecha agitada, partidos empresa e izquierda en tinieblas.

Lo que experimentamos es un sistema fallido de partidos. Nos faltaron organizaciones con ideas claras, que no fueran combis, que fueran plataformas para adoctrinar, gobernar, perdurar y prevalecer.

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