¿Evolución o involución del valor agregado?
Durante los últimos veinte años las exportaciones peruanas experimentaron un incremento récord de 738.1%. No obstante, si nos enfocamos en la evolución de las exportaciones tradicionales versus las de mayor valor agregado, las primeras crecieron 828%, mientras que las no tradicionales 568.3%, casi 260% menos. Estas cifras indican que durante este periodo los envíos de productos con valor agregado no se han expandido lo suficiente para revertir la dependencia en los productos primarios.
Una evidencia de ello es la participación de las exportaciones no tradicionales del total exportado en diversos años. Así, en 1998 éstas representaron el 34% del total, el 2008, 24.5%, y el 2018 el 27%; resultados que demuestran una reducción de la participación en dos décadas. Si bien nuestras exportaciones no tradicionales han experimentado una transformación importante, lo cierto es que todavía nos falta avanzar en la reconversión de nuestra estructura productiva para la exportación. El ejemplo más emblemático y que es fácil de comprobar se encuentra es en el sector de alimentos gourmet o especiales, en el cual se persiste en ofrecer servicios de manufactura y marcas privadas, presentando en las ferias internacionales productos sin marca o en envases sin etiquetas.
Lo contradictorio de dicha estrategia es que en este segmento de la industria el precio y las marcas no son determinantes para la decisión de compra, debido a que la innovación y la calidad del producto es lo que más importa para el consumidor final. Para el caso del sector de confecciones, el Perú se ha posicionado con muchas ventajas como un proveedor de servicios. Sin embargo, hace falta impulsar más agresivamente aquellas empresas que ofrecen diseño y sus propias marcas. Esto es importante toda vez que durante los últimos diez años las tendencias y hábitos de consumo han cambiado significativamente en el mercado internacional, generando así un espacio interesante para aquellas empresas que ofrecen prendas de gran valor agregado.
Modificar nuestra estructura productiva exportadora favoreciendo las exportaciones de productos con mayor valor agregado, no solo pasa por políticas que el Estado pueda establecer, por una transformación sobre la cultura empresarial, sino también por nuestra capacidad de enfocarnos en negocios de más largo plazo y de mayor rentabilidad. Si seguimos haciendo las cosas igual y sin innovación permanente, y con la mente de corto plazo, continuaremos creyendo que el valor agregado que exportamos hoy es suficiente para dejar de depender de la exportación primaria mañana.