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Fecha Publicación: 06/05/2024 - 20:00
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Ni en El Arte de insultar ni en El Arte de tener razón, Schopenhauer hallaría lógica en el epíteto “DBA”. DBA serían, según algunos, p.e, los que criticaron la película de Calero (La piel más temida). Por su empatía con los terroristas o por lo que fuera, toda opinión es legítima y criticarla no te hace DBA. No la veré porque no me interesa, pero sorprende el cruce de injurias falaces contra Francisco de Piérola, que opinó, con el derecho que le asiste de interpretar cualquier narrativa y de confrontar con el financiamiento estatal.
La sigla DBA es una cojudez, porque de brutos y achorados tienen todos, como todos tienen de cojudos. Lean a Sofocleto. ¿Acaso fue La DBA la que votó por Castillo? ¿Fue la que prometió ponerse las zapatillas si Castillo se descuadraba? ¿Es la que votaría por Antauro (con el plus de “a ese lo sacamos”)? Fueron los “cojudignos” y no la derecha los que pusieron a Castillo en Palacio, pero no tuvieron el temple de tomar las calles (como con Merino) cuando se supo de la corrupción de su gobierno.
Cojudos hay en Europa, donde el pasmo progresista dio entrada a millones de migrantes musulmanes que comienzan a ganar elecciones en Reino Unido y a amenazar en España a sus mujeres y a hacer de Alemania un fortín. La cojudez es universal.
Cojudos los tibios, los centristas, los blandos, los que hacen savia de su falsa moral, esos que consentirían que cualquier zurdo derruya la democracia por “dignidad”.
Ignoro a quiénes se refiere Juan Carlos Tafur cuando habla en una entrevista sobre la DBA: “Me parece bruta, primero, porque no conoce la historia del Perú, no lee, no tiene mayor cultura, no conoce las ideologías que combate... y achorada porque es excesivamente agresiva”. Pareciera que hablara de cierta izquierda. No veo en la mayoría de conservadores lo que dice la “mal celebrada” sigla; lo veo, sí, en esos miles que eligieron a Castillo sabiendo de su filosenderismo, del castrismo cerronista y de la miseria del chavismo. Gente educada en buenos colegios, pero “anti”, hater, irresponsable, adoctrinada, sin noción del mal mayor.
Proclive al liberalismo popular, no soy conservador ni caviar ni socialista ni votaría por un rojo, vale decirlo. Se puede ser digno pero no cojudo sin redención.
Frente a cualquier dilema propugno el voto lúcido, que es por la supremacía de la razón y la libertad.

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