¡Es la misma receta constituyente!
El proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo, proponiendo un referéndum para que el electorado se pronuncie sobre si desea o no, una nueva constitución, fue felizmente archivado por la frágil mayoría de congresistas, pero esta no es una victoria definitiva. Además de los grupos parlamentarios de izquierda marxista y aquellos adscritos, con matices, a la derecha, existe en el Congreso una interesante variedad de grupos aparentemente centristas, pero de sospechosa inclinación por la dádiva y la prebenda, ubicados por tanto en la línea divisoria entre la negociación política y la conspiración criminal. Su presencia en la política actual obedece a la destrucción del sistema de partidos que, desde 1990, fue prácticamente una política gubernamental invariable. Paradójicamente, el país depende de que esos grupos mantengan su posición, contraria al engañoso proceso constituyente que tiene como único objeto el cambio de sistema político, la sustitución de la democracia por el socialismo bolivariano.
La abrumadora derrota del “apruebo” en Chile ha revelado el veneno escondido en algunos instrumentos propuestos también aquí. El primero es que cualquier sociedad puede caminar al precipicio si llega a creer que su crecimiento ha ocasionado la pobreza, ya se sabe que inculcar culpa es un eficaz método de manipulación. El segundo es el chantaje, nueva constitución o violencia en las calles, mejor si produce muertes, para inculcar más culpa en los ciudadanos que trabajan y pagan impuestos. El tercero es la convocatoria mayoritaria y digitada de delegados de grupos de interés: sindicalistas, frentes de defensa, asociaciones de familiares de terroristas, ficticias asociaciones de consumidores, pensionistas, pueblos indígenas y un largo etc.; mientras que a los partidos solo se les permite una participación minoritaria, mediatizada incluso por las “candidaturas independientes” que sirven para reclutar extremistas y agitadores como Giovanna Grandón, la “tía Pikachu”, que asistía a las sesiones vestida del personaje a pesar de ser vicepresidenta de la Convención. Esas ideas estuvieron presentes en el proyecto archivado y en otros similares, porque es obvio que para redactar un texto suprimiendo la democracia y el Estado de Derecho, no basta el tercio marxista que produce la democracia representativa, es necesario fabricar una mayoría absoluta ficticia reviviendo la democracia funcional que difundieron los fascistas en el siglo XX en Europa.
Mientras no surjan verdaderos partidos políticos y los electores los respaldemos racionalmente de acuerdo a nuestras lealtades ideológicas y programáticas, la democracia estará en permanente peligro. Más allá de las ingenuidades de los políticos de oposición y de los escándalos de los oficialistas, debemos aprender de la reciente experiencia chilena.
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