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Entraña del mal

Fecha Publicación: 28/01/2019 - 21:20
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Leía “Caín”, de Saramago, para redescubrir lo que ya sabía. Lo que torna en rebeldes a los hombres es el sentimiento de injusticia. Caín mata a Abel no solo por envidia, sino porque él se entrega y tiene el mérito, pero la bendición la tiene Abel. Es la sensación que produce la injusticia de no recibir lo que bien se merece. Caín mata a Abel porque no puede matar a Dios. No solo pierde, es condenado a vivir errante y perseguido por la memoria histórica de los hombres.

Jean Valjean, en “Los Miserables” roba una hogaza de pan para sus sobrinos. No hacerlo es condenarlos al hambre ¿Se justifica un delito por necesidad? La Justicia, como la autoridad suprema en este caso y no Dios, opera con sus razones y no comprende. El acto perpetrado por Valjean, nunca le será perdonado. Lo apresan y sentencian y pronto será un picapedrero envilecido que (tras fugar) robará. Victor Hugo pudo convertirlo en un criminal a perpetuidad, pero lo redimió. La misericordia de un sacerdote al que había burlado y dañado, lo convertirá en un “hombre bueno”.

En ambos casos la decisión inexplicable y arbitraria o desproporcionada de la justicia quebrará la moral del personaje, pero a veces no es un juez sino la propia vida y sus avatares los que pueden quebrar el sentimiento moral y borrar algunos límites. Si bien hay conductas que no se justifican, se comprenden en su esencia. Nada tolera menos el hombre que el ensañamiento sistemático de las circunstancias y el acorralamiento que desfigura la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. En “Breaking Bad” (volviéndose malo), Walter White, un profesor de química frustrado y con problemas económicos a quien, para peor, le diagnostican un cáncer de pulmón, ve en el delito una salida para dejarle dinero a su familia tras su muerte. Cocina y vende metanfetamina, pero la transformación se inicia cuando percibe que recibió menos en la vida que aquello que por su intelecto merecía. Ver el abismo del mal y saltar a él no fue solo un seguro social, fue una venganza sutil que pocos televidentes han sido capaces de rastrear a través de sutiles eventos, sobre todo desde aquella vez en que el jefe de la lavadora de autos lo obliga, humillándolo, a lavar unas llantas. El prometedor químico se convierte en Caín.

A veces la vida es la que engendra a sus enemigos.