Ensayo sobre el principio de la población

Thomas Robert Malthus, un economista y clérigo protestante inglés, publicó hace ya varios siglos, el Ensayo sobre el principio de la población, una obra envuelta en una serie de cuestionamientos y llena de detractores a lo largo del tiempo. La teoría de Malthus es simple: la población crece demasiado rápido, crece más rápido que los recursos que se tienen, y eso nos llevará a una inevitable pobreza, por eso se debía aplicar un control de natalidad.
La desigualdad económica es un hecho que no podemos negar. Por tanto, si la población se multiplica cada cierto tiempo, deben generarse algunas formas que permitan regularizar esa situación para no perjudicar la economía. Hoy en día se habla de que las grandes potencias entienden ese problema y tienen clara la idea de que el equilibrio se alcanza mediante la muerte en sus diferentes manifestaciones: la guerra, el hambre, las epidemias. Y en este último punto es necesario detenerse, ya que hace poco fuimos víctimas de una extendida lucha por la supervivencia a raíz del crecimiento y expansión del Covid-19. El temor ante la muerte y la desesperación por no ser parte de ese grupo que permitiría el equilibrio social nos aterraba y nos hacía actuar, paradójicamente, sin respeto por la humanidad.
En este punto es clara la posición que tenía Malthus con su teoría demográfica. Y es claro también el uso, directo o indirecto, que gobiernos autoritarios y fascistas han ejercido a lo largo de la historia. Si bien Malthus predijo que cuando no hubiera suficientes recursos se produciría una catástrofe, hoy sabemos que ella está presente más allá de la cuestión alimentaria o la supervivencia a una pandemia.
La catástrofe de la que hablaba Malthus hoy ha tomado un rumbo diferente. Es la catástrofe de la condición humana, esa que repitió Kafka hasta el cansancio, esa donde nosotros terminamos matándonos, no por una epidemia ni por una guerra, sino por un egoísmo que nos impide ver más allá de nuestro propio beneficio. Esta es la sombra del malthusianismo, una nueva manera que, sin proponérnoslo, hemos aprendido bien y nos está llevando a la extinción social y, con ella, a la victoria de unos pocos elegidos que, claro está, no somos nosotros.

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