En ojos del mundo
Machu Picchu, una de las “Siete Maravillas del Mundo”, estuvo esta semana en el foco de interés y asombro global. No por su valor ni por su belleza, sino por una gravísima crisis derivada de la pésima gestión en su cuidado y administración. Las autoridades de los tres niveles de gobierno (central, regional y local) no logran articular mecanismos adecuados de concertación ni de diálogo con las poblaciones involucradas y las organizaciones del sector turismo. Esto ha generado una amenaza real: podríamos perder el título de Maravilla del Mundo.
Durante estos días, vimos con impotencia cómo miles de turistas, deseosos de conocer el legado inca, no pudieron cumplir su sueño. Quedaron varados por el bloqueo de vías de acceso a las ruinas y por la oposición de pobladores que reclaman ser partícipes de los beneficios que genera el turismo, tanto nacional como extranjero.
La reciente crisis de transporte y acceso a la ciudadela se debió a paros y bloqueos escalonados de la población, denunciando supuestos intereses ocultos en el manejo de las rutas hacia el santuario. Esto enfrentó a municipios, empresas privadas y gremios turísticos, mientras los visitantes sufrían las consecuencias del caos administrativo en Urubamba y Machu Picchu Pueblo (Aguas Calientes). Los pobladores denuncian que se busca impedir el ingreso de nuevas empresas de buses turísticos, perpetuando un monopolio. La crisis se agravó al no definirse aún la nueva licitación, pese a que la concesión de Consettur vence este mes.
El caos no se reduce al transporte. La venta presencial de boletos ha sido ampliamente cuestionada por las colas, reventa y falta de seguridad. Esto deteriora la experiencia del visitante y daña la imagen del país. La ministra de Cultura defendió el control de aforo, pero operadores turísticos exigen un sistema transparente y eficiente. Tanto el Ministerio de Transportes como la Presidencia del Consejo de Ministros han sido señalados por su pasividad ante esta crisis.
La falta de liderazgo y coordinación ha sumido a Machu Picchu en una situación crítica, afectando al turismo y amenazando uno de los motores económicos y culturales del Perú. No se percibe voluntad política ni eficiencia por parte de los funcionarios responsables. Se necesita un cambio urgente de rumbo para recuperar el diálogo y asegurar que Machu Picchu siga siendo símbolo de orgullo nacional y valor universal.
La organización New7Wonders, que otorgó en 2007 el título de Maravilla del Mundo, advirtió públicamente que podríamos perderlo si no se atiende la problemática actual. Denunció una serie de fallas acumuladas: presión turística sin planificación, altos precios, irregularidades en la venta de boletos, dificultades de acceso, conflictos sociales y falta de coordinación institucional. Todo esto, señaló, “afecta negativamente tanto la experiencia del visitante como la reputación del Perú ante el mundo”.
Mara Seminario, exministra de Comercio Exterior y Turismo, expresó su “indignación, pena y vergüenza” ante la posibilidad de perder el título. “Ese reconocimiento no fue un regalo, fue el fruto de una movilización nacional histórica. Hoy, está en riesgo por falta de gestión”, afirmó.
Aunque el turismo empezó a normalizarse con una tregua de 72 horas, el mensaje es claro: estamos advertidos. Y el riesgo, latente.
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