El tiempo que hemos recorrido
Ahora mismo, mientras nos preparamos para recibir la Navidad pienso en todas las veces que no pude abrazar a papá. Esa llamada después de las doce no era lo mismo. Mirarlo desde lejos tampoco fue la mejor opción. La familia es eterna, seamos tres, cinco o cien, sobre todo en los peores momentos. Por eso a papá lo abracé muy fuerte la Navidad del 2019 cuando ya no podía caminar y yo viajaba hasta su casa después de las 12, en medio de las luces que parpadeaban en las calles sin saber que esa sería la última vez que lo haría. Desde que él no volvió a estar con nosotros, entendí que la familia es lo único que nos permite estar de pie, que nos sostiene, incluso cuando pensamos que todo se ha derrumbado.
Todo este tiempo interminable en medio de la pandemia hemos aprendido a ser más fuertes. Hemos aprendido a luchar contra todo, incluso contra nosotros mismos, lo cual es mucho más difícil. Ahora, a diferencia de antes, lo vemos con mayor claridad desde el piso de arriba. Como en toda familia, no siempre todo está bien, a veces la vida se resquebraja o está a punto de romperse, y lo asumimos. Es por eso que hemos recogido cada retazo para confeccionar nuestra propia historia, más allá de los recuerdos, por cierto. Así, cada día termina siendo una nueva historia, no ficticia, por cierto, sino una real donde nos miramos a los ojos y nos decimos que podemos ser tres, cinco o cien, y seguimos de pie, a pesar de todo.
Quizá por todo eso la Navidad es un día en que procuramos estar juntos, en familia, a pesar de las dificultades, los tropiezos o a pesar de tener que viajar cientos de kilómetros para reencontrarnos con quienes queremos. La distancia no importa. Ellos son nosotros y nosotros terminamos siendo parte de ellos. Mamá me enseñó que la Navidad siempre está en las personas que amamos y no en las que mirábamos por la ventana de la casa de al lado, esas que veíamos distantes mientras esperábamos las doce para abrazarnos e irnos a dormir sin cenar. La vida a veces nos golpea, pero aprendemos a sobrellevarla cuando nos damos cuenta de todo el tiempo que hemos recorrido con las personas que tenemos al lado. Ahora, reunidos todos para esperar las doce, luego de haber superado cada golpe, uno por uno, lo podemos entender.
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