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El teatro y la vida

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Fecha Publicación: 04/04/2022 - 21:50
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“Colócale una máscara a un hombre y será genuinamente él mismo”, lo descubrí, perplejo, en una clase de teatro. También en mis disfraces de Santa Claus con mis hijas.

Dejas de ser tú. El teatro griego usaba máscaras rígidas, pero con el gesto representativo de una emoción. La maldad, la ironía, la mueca de la mofa, la risa. Todas esas personalidades extraen desde dentro ese trozo que escondemos.

El rostro es nuestra desnudez y nuestra primera vergüenza. Si quieres conocer la soberbia de un hombre fabrícale una máscara de soberbia, mide su ira o su comicidad con el gesto de una máscara. Decía Danny DeVito (como tantas otras celebridades) que en las clases de teatro descubrió puertas que se abrían una tras otra en un pasaje deslumbrante. Asumo que esa fue la frase que leí en un diario local hace ya muchos años y que me llevó a explorar el teatro y la dramaturgia, como me ha llevado a explorarlo todo en la vida, dejándome el sencillo de las curiosidades más simples. Quizás fue Neruda quien animó ese paso, como otros, con una de sus frases minerales: “Me comería la Tierra, me tomaría el mar”.

Mas, escribía sobre el teatro, que no es lo mismo que escribir sobre las muchas obras que he visto para bien o para mal. El eje es el aprendizaje del teatro y la necesidad de escuelas que se vinculen a la carrera, tanto como a una terapia espectacular o una pedagogía de la psique para los jóvenes, más para los que no se deciden por nada, que pasan sorbidos por la vida sin sorberse un poco o mucho de ella. Ineludible es pensar en los estragos de la pandemia y en la salud mental. Hay muchos vértices. Quizás hay que tener un espíritu poético para experimentar la representación del drama y la comedia humana, donde nos habla el nervio y la vida.

Las escuelas y las universidades deberían tener escuelas de teatro y drama, y ser la actuación uno de los cursos que desde la psicopedagogía descubra a los jóvenes su vocación, defectos y potencialidades, la riqueza del otro, el amor, la esperanza, la comedia que es también la vida (reírnos de nosotros, reír con una bola roja en la nariz) ¡Por qué tomar tan en serio la vida? Me importa poco Stanislavski. Sencillamente, el teatro para un humanista es más importante que las matemáticas.

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