El tayta José María Arguedas
Hace 102 años nació el Amauta José María Arguedas en Andahuaylas. Celebrar el aniversario de su nacimiento es motivo de alegría a pesar de la dolorosa situación política y social de nuestro país. Por eso, en Viseca, en Utec, en Puquio, en San Juan, en Andahuaylas y en todo el Perú, recordarlo más que un compromiso formal debe ser, es, una manifestación comprometida con la visión de un país de todas las sangres. Es pues ocasión especial para que la fiesta trascienda al 18 de enero. En estos días, con seguridad, la fiesta se organizó también en los campos celestiales donde imaginamos no faltó música del violín de Máximo Damián y del charango de Jaime Guardia. Y el palpitar de los corazones que retumban como trueno, seguro vienen desde los 4 ayllus de Puquio, para acompasarlo con nuestros aplausos, los colibríes que serpentean los cielos en Obrajillo volarán haciendo malabares, así como tú nos contaste, el misitu también bramará con fuerza y en Tambobamba el río tronará con la melodía del atardecer del cielo de Acola.
Por esas circunstancias que este mundo de injusticias genera, este año tu onomástico se torna gris para nosotros, tanto como la época en que pasaste tu niñez, donde, sin embargo, encontraste el amor sincero. Estos días aciagos en que la patria sufre son tan iguales a los de tus tiempos. El desprecio de gran parte del Estado se ha acrecentado y sigue haciendo escarnio con los nuestros. La lectura que tuviste sobre nuestro país sigue intacta y el motivo de tu indignación solo ha mutado a nuestra generación. Es aquí donde nuestra identidad se fortalece como fuego para calentar y forjar el acero, es aquí donde nos reafirmamos para no rendirnos y mucho menos declinar, es aquí que también nos reencontramos fortalecidos con quienes no tienen nada más que ofrecer que su sincero amor y respeto al prójimo.
La presencia del Tayta Arguedas inspira y reconforta a los que tuvimos el privilegio de recorrer algunos lugares donde él pasó su infancia. Por eso tenemos el compromiso de continuar con sus sueños y completar su tarea, que es afirmar un Perú de todas las sangres. El habernos visibilizado como parte del Perú, incluyéndonos en sus obras, o como señalan los comuneros de Lucanas, haber sido rescatados por él, nos permite afirmar con absoluta seguridad, que más temprano que tarde observaremos y danzaremos la victoria de la patria, tijera en mano, desde la otra orilla.
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