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El sueño de la flor

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Fecha Publicación: 16/11/2020 - 20:50
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Prahlad Jani murió en mayo a los noventa años. Lo curioso es que este yogui no comió ni bebió líquidos desde hace ochenta años. Sería un fraude si es que los médicos no lo hubieran sometido a diversas pruebas, ayunos extremadamente largos sin ningún efecto en él. Este santón que vivía casi por fotosíntesis es un milagro. No lo intente, pero imagine qué sería si solo viviera con la luz del sol como un vegetal.

Desde luego si su familia corre la misma suerte, usted con ella podría vivir tranquilo, sin apurarse en tiempos recios, cuando se trata de buscárselas en la calle para llevar un alimento a casa. Nada de eso, si logra pagar los servicios y las medicinas no necesita más, ni calmar la ansiedad con pastillas cuando ralea el empleo ni jugársela a la lotería y quizás asumir la cocina apenas como un placer eventual. Por alguna siniestra razón, la creación hizo de los seres, bestias que se mueren si no se nutren, de allí la cadena alimenticia (siempre cruel), la desesperación por sobrevivir y hasta el delito.

Si todos tuviéramos la suerte de Prahlad Jani, buscaríamos qué hacer según la esencia de nuestra vocación, abundarían los artistas y las plazas estarían desbordadas de filósofos. Usted haría lo que quiere hacer como Sócrates, tampoco necesitaríamos mucho de las fábricas y quizás destinaríamos más a la Inteligencia Artificial y no a la sufrida mano de obra. El concepto de la vida sería el goce. Quizás no.

Volvamos a la realidad. Abra ya los ojos. Usted debe desafiar ahora a una pandemia, nada menos, para llevar el pan a sus hijos, para sobrevivir (que no es vivir) y para que estar vivo se convierta en una prioridad, más que saberse vivo. Hay una diferencia. Debe caer bien, ser evaluado, competir, sudarla, hacerla linda en una selva que envilece al hombre, porque la necesidad pocas veces beatifica; se torna en un animal que sale a la búsqueda y que vive a la búsqueda y en permanente tensión y la tensión que no calma es enfermedad, y búsqueda, pero no se puede dar el lujo de morir, que morir cuesta.

Algunos asumen este sueño como el de una renta básica familiar, una que sirva bien a los nervios; pero es inútil. La economía gira porque existe la necesidad y la necesidad no la creó usted, ¿habrá a quién pedirle cuenta? ¡Olvídelo!