El sol de los ciegos
¿Cómo explicar que el mundo pueda detenerse en un instante? ¿Cómo hacer para abrir los ojos y levantar la mirada si en ese preciso instante el horizonte se quiebra? ¿Será posible para quienes “habitamos una tierra ardiente llamada poesía” tener cabida en este mundo, este que anda acurrucado en el pétalo de una doliente rosa? El poeta, nacido en las entrañas de la selva de Madre de Dios, delinea el camino con versos para que no sigamos agonizando bajo las impurezas de la tierra que pretende imponernos el dolor como único sentimiento y la derrota como único destino.
El charapa Alfredo Pérez Alencart, traza las coordenadas para salir del laberinto con su bien trabajada obra. Su libro, “El sol de los ciegos”, es trabajo de filigrana, es poesía bendecida. Nos entrega después de haber conversado de tú a tú con el sol, con los ojos vendados por las penas, después de haberlo abrazado y haber sentido su fuego y su luz, después de haberse contagiado de su inmensa mirada, de la mirada capaz de ver más allá de las mañanas cuando nos derrumbamos.
Este bello poemario es resultado del idilio entre lágrimas, penas y golpes de la vida, todo alrededor del mismo capullo de una rosa dolida, de la huérfana rosa, que llega con versos bajo el brazo, perdón debajito del corazón, porque lo dedica a Jacqueline: su compañera, que siempre será su poema especial. Es que “Ese sol es el Misterio / sobre el que fijan la mirada / aquellos que renovaron ya / su corazón”. Así escribe el poeta y como todo hombre de sentimientos se sobrepone ante todo y labra la palabra como buen alfarero apretando el corazón y trocando el sudor en lágrimas y viceversa.
Pérez Alencart bosqueja un lente para que podamos desplazar la ceguera y ver a la patria llamada poesía desde otro ángulo, donde las palabras son banderas que toman el color del amor. Cada uno de los cien poemas del libro son cristales con brillo propio, son pétalos con aroma especial y requieren ser degustados y leídos varias veces, como quien contempla el silencio de los amaneceres, solo así se podrá encontrar la llave en el manojo para abrir de par en par la puerta que nos transporte a entender lo profundo de su mensaje y entender también a este mundo que uno quisiera siempre mimar, así estemos ciegos y tengamos el corazón destrozado.