El periodista atrapado
No se rían que no es un chiste. Si revisan el Diario Granma (Cuba) del 25 de abril de 2020, leerán una nota que dice: “Nuestro periodismo es honesto, libre y soberano como la tierra que defendemos (…) nunca se podrá cuestionar nuestro ejercicio de defensa de la verdad, el culto a la libertad y a la dignidad plena del hombre declarado en nuestra Constitución, esencias que definen el ejercicio de nuestro periodismo, libre y soberano (…)”.
El papel aguanta todo porque sabemos que en Cuba lo que hay es totalitarismo socialista. Más aún en el encabezado del Diario hay una foto de Fidel Castro y dos más levantando los rifles y al lado: “Órgano oficial del comité central del Partido Comunista de Cuba”. El Estado es el partido y el partido es el ideario, el Diario es un órgano, pero se queja el autor de la nota de que Cuba ocupó, según el informe de Reporteros sin Fronteras, el lugar 171 entre 180 países en cuanto a las condiciones para el ejercicio de la libertad de prensa.
El socialismo es eso, un monotema y el poder ubicuo determinando tu vida. Lo trágico es que, con sus menos, los periodistas y creadores renuncian a su libertad en todo el mundo. No solo un diario o un noticiero en el mundo capitalista se autocensura para aliarse con el poder o no jugársela al castigo; los sesgos, mentiras y doctrinas ocultas son el pan diario, incluso en la cuna del capitalismo, donde algunas grandes cadenas manipulan como lo hacen las series y películas de una que otra productora dada a insertar un chip en la mente de los más jóvenes. Una pena por Mickey.
En realidad, la libertad no es solo decir las cosas, es decirlas con autenticidad y frontalmente, con honestidad. La libertad no conoce el miedo, y el periodismo que se vende por financiamiento o por miedo al poder no es periodismo. Piense en algún nombre en el Perú y le diré que ese no es periodista sino un empleado público con régimen de contratación privada o un mercenario que se la juega por sus intereses. La verdad objetiva no se puede exigir, es huidiza; pero la honestidad es exigible. Reconozco a los periodistas honestos cuando se enfrentan al poder, porque renuncian a sus intereses y se lo juegan todo por ti, que sea de todos nosotros apoyarlos.
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