El otro mensaje
Siguiendo el rito juliano y cumpliendo el mandato constitucional, en unos días la jefa de Estado pronunciará en el Congreso el Mensaje a la Nación anual que deberá contener la exposición detallada de la situación de la República y las mejoras y reformas que el Ejecutivo juzga necesarias y convenientes para su consideración por el Parlamento.
Ese es el protocolo y la obligación. Según ha adelantado el Premier, en este convocará a la unidad del país invocando el respaldo de la ciudadanía ante un nuevo año plagado de nubarrones políticos, económicos y sociales internos agravados por los efectos del fenómeno El Niño Costero y, para remate, por la amenaza de El Niño Global y, por si esto fuese poco, por los derivados de una coyuntura internacional desalentadora. La tormenta perfecta frente a nuestras costas y dentro del territorio.
Habría que ser masoquista –por no decir antipatriota– para no alentar que el Mensaje de marras pueda realmente servir para apuntalar en algo la confianza en un Régimen que no cuenta con el apoyo mayoritario de los peruanos pero que, objetivamente dada las circunstancias, continuará al frente de los destinos del Perú fruto de la ausencia de una alternativa institucional menos mala salvo que su propia incapacidad y mayores desatinos en la conducción de la gestión pública abra las puertas para otra opción constitucional. Por ahora, es lo que hay.
Sin embargo, la mínima esperanza es que esta malagua gubernamental decidida a flotar hasta el 2026 haya finalmente escuchado y entendido el mensaje de la calle expresado en la reciente movilización de protesta en diversas ciudades del Perú.
Separando y rechazando como hay que rechazar siempre los minoritarios actos violentos de infiltrados de todo pelaje ( extremistas, radicales y neosenderistas reprimidos prudente y brillantemente, en especial en la Capital, por la Policía Nacional), los manifestantes aunque fueren unos miles exteriorizan lo que centenas de miles sufren en estos lares y que sea porque deben dedicarse a vivir o sobrevivir el día a día o no se encuentran representados por la desunida marea de partidos y partiditos dizque democráticos, prefieren el mal menor gubernamental existente y que todavía soportamos.
Confiamos, doña Dina, que ese reclamo popular reflejado en todas las encuestas esté presente en su Mensaje ante el Legislativo. No se equivoque, con las manidas invocaciones que estila a la unidad de hermanos y hermanas no se resuelve la crisis. ¡Felices Fiestas y AMÉN!
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