El justo medio
El país se encuentra en tal disparadero que bien vale lanzar algunas disquisiciones aunque al final solo sirva para divagar. Las encuestas de cualquier color y confiabilidad señalan, sin margen de duda, que la mayoría absoluta –y más- de la ciudadanía se encuentra descontenta con la gestión del régimen de turno -empezando, claramente, por la indecisa sucesora presidencial transitoria- y que prefiere el adelanto de las elecciones generales sea para este año –aunque resulte materialmente imposible y un salto al vacío- o si no el próximo. Afortunadamente, la nefasta idea cerronista-castilleja de un referéndum para decidir la convocatoria a una Asamblea Constituyente cuenta con el apoyo minoritario y bien por ello.
Lo cierto es que si la opinión de los encuestados se materializase en la realidad pura y dura -léase por la movilización de la calle- ni la todavía desconfiable doña Dina ni los Padres y Madres de la Patria -padrastros y madrastras u otra cosa-, se mantendrían en sus lugares. Empero, así no funciona ni debe funcionar el orden democrático y los variopintos “surveys” no pueden suplantar las reglas del Estado Constitucional de Derecho. Si no que lo diga más de un jefe de Estado y Parlamento del pasado cuya simpatía no pasaba del dígito y que alcanzaron a cumplir su mandato. Sin embargo, el tiempo lo dirá.
Estos borrones vienen a cuento porque más allá de la aguda crisis político-social que padece la República agravada por el grosero acoso neomarxista encabezado por algunos nefandos mandatarios del barrio latinoamericano, el Perú se mantiene en sus trece dentro del bloque de los Estados Constitucionales y Democráticos, aunque sin descartar la amenaza de que si la grave coyuntura que atraviesa no es debidamente superada el precipicio antidemocrático y extremista está a la vista.
La Filosofía que para fines políticos puede parecer el más inútil de los saberes ya que sólo enseña a pensar y razonar rectamente y pocas veces se le hace caso, pudiera ser de ayuda en este dramático momento. Y, en particular, la aristotélica del gran sabio Estagirita quien abogaba por el principio del término medio para la vida y la justicia, esto es, alcanzar el equilibrio que rechaza el exceso de las pasiones y el defecto en las acciones debidas.
Dicho en cristiano: el Perú, hoy, polarizado y dividido hasta la náusea, requiere de capitán a paje la búsqueda de este equilibrio aplicado a la política, que no es otra cosa que abandonar las posiciones individualistas y radicales y abrazar unidos el Centro Democrático que recoge lo mejor de la derecha y de la izquierda. Por algo tenemos dos brazos y manos. A ver si los aspirantes a candidaturas presidenciales y partidos propios lo entienden de una buena vez antes de volver a aproximarnos al despeñadero. ¡AMÉN!
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.