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El engaño como acción política

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Fecha Publicación: 22/01/2024 - 22:10
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Es notable la capacidad de cierta izquierda la de aparentar preocupación por los problemas del país tan solo para proponer, finalmente, la medida opuesta a la solución lógica. Así, por ejemplo, sus voceros pontifican sobre seguridad ciudadana, pero se oponen al fortalecimiento de la Policía Nacional y a la modernización de su armamento, tratando de denigrar a sus integrantes cuando es necesario imponer el orden social; legislando incluso, para dificultar la detención y procesamiento de los criminales que atentan contra los ciudadanos. En esa línea, les encanta aparecer como defensores de los DDHH, pero en realidad solo para cautelar la vida de los terroristas, evidenciando relaciones políticas y financieras con grupos violentistas. Esa izquierda ha comenzado una campaña mediática en contra de las FFAA, llegando incluso a proponer su disolución en venganza por su demostrado compromiso constitucional, lo que resulta coherente con la progresiva desaparición de nuestros héroes en los materiales escolares, a la par que debilita los cursos de historia; pero esos activistas pretenden ser los cruzados de la calidad educativa, con sueldos y consultorías absolutamente indispensables para el funcionamiento del sector.
A la izquierda le agrada proponer reformas que posicionen a sus agentes en lugares de poder, pero se oponen a cualquier intento de reforma judicial, pues han capturado el sistema y lo emplean en contra de sus adversarios políticos. Si no lo hubieran infiltrado por completo, expresarían su indignación por el altísimo porcentaje de provisionalidad, que atenta directamente contra el principio de inamovilidad de los jueces y permite a los presidentes de Corte, ejercer un estricto control de las resoluciones judiciales de sus subalternos. La parcializada JNJ no solo no ha intentado resolver los verdaderos problemas, ha creado uno peor: la permanente instrumentalización de la administración de justicia en procura de la impunidad de un poderoso grupo ligado a la corrupción brasileña; pero en la TV les gusta aparecer pontificando honestidad.

Por todo lo expuesto, no debe llamar la atención que, para consolidar la democracia, se desesperen por mantener las primarias abiertas obligatorias al interior de cada agrupación política. Su intención es clara, seguir destruyendo la organización y la disciplina partidaria, para ocupar el vacío con sus empresas de medios y ONGs, cada año más involucradas con el ejercicio directo de la política, sin asumir responsabilidades ni sufrir las estrictas regulaciones de los partidos políticos. Hizo bien el Congreso al devolver a las agrupaciones la decisión de cómo elegir a sus candidatos, pues poco importa la militancia sacrificada si las decisiones son tomadas por simpatizantes o por electores transportados por los candidatos con mejor financiamiento. No hay otra forma de democracia que la representativa, y no hay representación democrática sin partidos políticos serios.

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