El cinturón sanitario alemán
La construcción de la Unión Europea como gobierno continental necesitó de un acuerdo fundamental dentro de Alemania, entre socialdemócratas, socialcristianos y liberales. El acuerdo ejerció una fuerza centrípeta hacia el modelo socialdemócrata de sociedad, obligando a los partidarios de Merkel a comulgar con la perspectiva de género, la ideología del cambio climático y la acogida indiscriminada de miles de migrantes musulmanes provenientes del África subsahariana y del Oriente en conflicto bélico, produciéndose un cóctel peligroso: leyes que prohíben autos con motores diésel que, por ser más baratos, estaban al alcance de las familias de los obreros; clases obligatorias en primaria sobre sexo permisivo para que los niños pueden elegir su ‘identidad de género’; y grupos hostiles de musulmanes desempleados en plazas y salidas de metro, tendenciosamente relacionados con un inusitado incremento de violaciones y otros delitos. Como modelo predominante, el socialdemócrata sanciona a quien ponga en duda la legislación vigente, provocando un descontento que solo se expresa en las urnas, la derecha alternativa es ya la tercera fuerza política a nivel federal.
El modelo se defiende consagrando un ‘cinturón sanitario’ que prohíbe a los partidos del acuerdo fundamental pactar con el derechista AfD para formar gobiernos a nivel municipal, estatal o federal. En Turingia, el partido comunista Die Linke obtuvo el primer lugar con el 30%, por lo que se formó gobierno con un bloque alternativo que incluía a AfD, segunda en votación. El escándalo suscitado ha provocado la renuncia del liberal que iba a presidir ese Lander, rescatando temporalmente el ‘cinturón sanitario’ pero poniendo en evidencia que la AfD seguirá representando la protesta silenciosa de un creciente sector de ciudadanos, sin desgaste político, mientras el centro político seguirá disminuyendo su peso electoral al asumir toda la responsabilidad por los problemas sociales, en beneficio de los extremos.
La actual derecha alemana es esencialmente pro mercado, respetuosa de la democracia, aunque sus formas suelen ser ásperas y emotivas; se nutre de la culpabilidad del modelo por los problemas cotidianos que enfrenta el elector de a pie. Su discurso bien podría ser asumido por la CDU socialcristiana: frenar la migración musulmana e intentar solucionar sus causas en los países de origen, así como el ‘completar’ la reunificación alemana, poniendo énfasis en la brecha económica aún existente, la que solo puede cerrarse con más industria, más inversiones y la creación de más puestos de trabajo. Al final, la clave de la política es lograr representar a los electores.