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El año en que el mundo no se acabó

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Fecha Publicación: 28/12/2023 - 21:30
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El fin del mundo había sido predestinado para el 12 de diciembre de 2012 a las 12:12 p. m. La conmoción se extendió por todo el mundo por la predicción de los mayas, aunque desde mucho antes ya se había generado un clima de intranquilidad y preocupación. Por ejemplo, en el 2009 se estrenó la película que llevaba como título el año del supuesto desastre: 2012. Aquella cinta protagonizada por John Cusack fue un éxito. Todo se veía tan real: la tierra se abría, los edificios se caían a pedazos y los sistemas colapsaban. En medio del caos, un terremoto sorprendía a los protagonistas en el supermercado, se desbordaba el océano Pacífico y desaparecía la costa oeste de EE. UU. Aparecen tsunamis y también erupciona la Caldera de Yellowstone para que luego lluevan bolas de fuego. La situación era insostenible.

Según la interpretación de quienes analizaban la profecía maya, en esa fecha y a esa hora habría una alineación galáctica que solo sucede cada 26,000 años. En este escenario, la trayectoria del Sol cruzaría a través de un punto central de la Vía Láctea, y, por eso, las personas tenían el temor de que dicho suceso exponga al planeta a poderosas fuerzas galácticas desconocidas. La situación era mucho más compleja de lo que parecía. El alineamiento se produce cada solsticio de invierno, cuando el Sol, visto desde la Tierra, aparece como si fuera el punto medio de la Vía Láctea. Este solsticio de diciembre coincide, precisamente, con el 21 de diciembre, el día que según el calendario maya se marcaría un hito en el mundo.

A propósito de todo ello, en una entrevista en el 2012, el historiador suizo Jean-Francois Mayer señalaba que “jugar a provocar el miedo ocupa un cierto lugar entre los jóvenes, pero es solo un aspecto. Cierto que el Apocalipsis ha otorgado una especie de entretelado para excitar las imaginaciones por siglos, pero este no dice que se trate del fin de todo: predice un nuevo comienzo y aporta la esperanza de un mundo desprovisto de errores de nuestra parte, donde no habrá ni injusticias, ni enfermedades, un mundo perfecto, de algún modo”. Lo cierto es que toda situación que genere caos y vivir sujetos del miedo es una constante del hombre desde siempre. Esperemos que los años venideros no suframos más ataques apocalípticos y que se abran espacios de esperanza. Eso, sobre todo, sería lo más importante.

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