Eduardo González Viaña: el escritor de la libertad
No es normal, y menos en nuestro país, que las estrellas se alineen e inspiren a los hombres para que tomen medidas y decisiones acertadas. Esta es una de esas excepciones que vale la pena resaltar: Mauricio Málaga y los directivos de La Cámara del Libro de La Libertad decidieron denominar su Feria Internacional del Libro con el nombre del escritor Eduardo González Viaña. Además, César Acuña Peralta, presidente del Gobierno Regional de la Libertad, en un hecho sin precedentes, acaba de concederle La Medalla de La Libertad a don Eduardo, en mérito a su destacado aporte literario, distinción que se suma a otras tantas recibidas dentro y fuera del país, no olvidemos su nombramiento por el gobierno que antecedió a Dina Boluarte, como agregado cultural del Perú en España, todo esto como corolario a sus vastos aportes que hacen honor a la tierra y a la gente de donde ha salido y ha estudiado, echando por los suelos ese odioso dicho que nadie es profeta en su tierra. Para ellos un duradero aplauso y todo el reconocimiento por la enormidad de tan atinadas decisiones. Qué podemos decir del homenajeado, un tremendo escritor cuyo incansable trabajo nutre y es un aporte de enorme valía a las letras de nuestro país. Entre sus obras destacan sus novelas y ensayos: Los peces muertos (1964); Identificación de David (1974); Habla, Sampedro (1979); El amor se va volando (1990); Sarita Colonia viene volando (1990); Las sombras y las mujeres (1996); Los sueños de América (2000); El corrido de Dante (2006); Vallejo en los infiernos (2007); El último vuelo de Superman (2012); El lucero de Amaya (2012); Kachkaniraqmi, Arguedas (2023). El poder de la palabra trasciende a las propias personas y al tiempo, y estos loables hechos quedan para la posteridad como actos de buena voluntad que engrandecen a quienes los otorgan y por supuesto al homenajeado. El buen Eduardo debe saber que, de tanto trajinar, va llevando una semilla, cual mensajero de vida y labrador de mentes, un pedacito de Trujillo y del Perú a todo el mundo. Eso lo erige como poseedor de un patrimonio que trasciende a sus lectores y amigos. Sabemos de lo emocionado que se sentirá y que esta condecoración la recibe con la misma humildad de siempre. Celebramos con regocijo que se rinda homenajes en vida a quien dedica todo su esfuerzo para enaltecer las letras. “Las palabras abren puertas sobre el mar”, escribió Rafael Alberti. Así lo divisamos en el horizonte y ojalá que este hecho sea el inicio de una sana y saludable práctica que nuestras instituciones imiten y multipliquen.
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