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Dina: tan cerca del cielo y tan lejos de los peruanos

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Fecha Publicación: 07/11/2023 - 22:50
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No puedo evitarlo, siento que el Perú está en un absoluto estado de orfandad. ¿Qué va a cambiar en el 2024 para que el gobierno, alegremente, pronostique un crecimiento mayor al 3%? La mentira tiene patas cortas, es evidente que los efectos de El Niño se sentirán el próximo año, sobre todo para los segmentos más expuestos como la pesca y la agricultura que, por ejemplo, ya tienen dificultades para acceder a créditos bancarios. La recaudación ha bajado en el 2023 (6.8%) fruto de la recesión y mayor informalidad, la confianza empresarial solo se sigue reduciendo y el shock de inversiones es una promesa pomposa que carece de contenido.

Evidentemente esta crisis no se compara con la de julio de 1990; éramos un país quebrado y descontrolado con más de 7,000% de inflación, frutó de caprichosas emisiones de circulante y la falta de plan económico del gobierno de García, además de su penosa decisión de dejar de pagar la deuda externa que nos convirtió en un paria a nivel internacional.

Fujimori tuvo la valentía de recibir al Perú y tomar medidas radicales de inmediato. Afortunadamente, fue bien asesorado. Comprendió que sin inversión extranjera no había futuro, por lo que en el año 1991 dictó medidas sin precedentes en nuestro país, además para prepararlo para la privatización: El DL 662 que garantizó la estabilidad jurídica de la inversión extranjera en todos los sectores económicos y, la posibilidad de estabilizar el régimen tributario de las empresas receptoras de la inversión; el DL 757, ley marco para el crecimiento de la inversión privada. Todas estas medidas esenciales se reflejan en el capítulo económico de la Constitución de 1993, su mejor regalo, que hay que defender con la mayor intensidad y energía posibles.

Adicionalmente, Fujimori tuvo ministros mucho más inteligentes y ejecutivos y, funcionarios públicos que entendían que el Estado era socio del inversionista y no un enemigo al que se le exprime y pone trabas. Soy testigo de la excelencia del MEM de Daniel Hokama y de la eficiencia del INC, hoy convertido en un ministerio estorbo. Si algo nunca debiéramos perder los peruanos es la memoria.

Fujimori podrá tener muchos detractores y odios gratuitos en el ámbito político, pero no hay persona con cierto criterio y razonabilidad que pueda negar que sentó las bases del crecimiento que nos ha acompañado hasta hace unos años. El desarrollo económico es una maratón, desafortunadamente, desde el gobierno de Humala el Perú fue perdiendo oxígeno. Recibió un país con arcas llenas, sin embargo, en el 2013 cometió el imperdonable error de promover la modernización de la Refinería de Talara con un costo –hoy risible– de US$ 2,730 millones. No solo terminamos pagando US$ 6,000, sino que esta ignominia cobijó casos inverosímiles de corrupción y negociados que hasta al más avispado empresario le costaría imaginar. Es una cueva de ladrones.

Otra perla de Humala es el Gasoducto, con un avance del 37%, hoy paralizado; otra megaobra teñida de corrupción, que le cuesta US$ 50M al Estado peruano por la custodia de los tubos, además de la demanda ante el CIADI por US$ 1,200M por la revocatoria de la concesión, interpuesta por la nefasta Odebretch. Desde enero 2023, el MINEM anuncia que lo va a reactivar y que hay muchas empresas interesadas. Más bla, bla, bla de este gobierno.

Se gastan millones promoviendo al país en el exterior, interminables horas/hombre en reuniones con banqueros, empresarios y líderes de opinión, en los auditorios más atractivos, pero no se da una sola muestra de cambio, de escenarios más favorables, de leyes tributarias mas atractivas. Ya la “venerada” OCDE recomendó una simplificación de nuestro sistema fiscal y laboral, pero hacemos oídos sordos. No vendamos humo, nadie invierte a ciegas, solo perderemos credibilidad y oportunidades.

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